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Medio Ambiente

El calor y la sequía afectan al Mercat del Camp: llegan menos lechugas y acelgas

Mayoristas y agricultores alertan de que el cambio climático puede propiciar que se lleguen a perder variedades autóctonas

Un camió, sortint de les instal·lacions del Mercat del Camp, el mercat de distribució d’aliments a l’engròs

Un camión, saliendo de las instalaciones del Mercat del Camp, el mercado de distribución de alimentos al por mayorTjerk van der Meulen

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El calor no sólo afecta a las personas: la huerta también se está resintiendo. El presidente de la asociación de mayoristas del Mercat del Camp, Jordi Escrivà, ha detectado que, a raíz del cambio climático, hay una serie de productos «más delicados», como las lechugas y las acelgas, «que cada año se hacen menos». El responsable de Medio Ambiente de la comisión permanente del Baix Camp de Unió de Pagesos, Ton Crusells, va más allá: apunta que variedades antiguas de tomate del territorio, como la del Benach, «cada vez tienen más problemas».

Escrivà explica que la verdura «es lo que cuesta más producir y se estropea enseguida» y, con el pujante calor, entra «menos género porque los campesinos prefieren no hacer tanto o no hacer» y, en cambio, apostar por alimentos que «aguanten más», como el calabacín o el pepino. «Se encuentran con que cada año hace más calor, que es un producto que aguanta poco y que al cliente le cuesta comprar, porque puedes comprar una lechuga perfecta a las 17 horas y al día siguiente ya no lo puedes vender», reflexiona.

«Lechugas, coles, acelgas... Antes se hacían mucho esta serie de productos y ahora hay pocos porque no salen a cuenta», añade. Por su parte, Crusells comenta que, con el cambio climático, ya se están viendo cambios en la huerta. Por ejemplo, «hemos tenido que dejar de hacer judía tierna en verano, porque por el calor, le cae la flor, no produce y no es rentable», y a los tomates «les han salido manchas negras».

«10 o 15 años atrás, eso era impensable», lamenta. De hecho, menciona que, en 20 años, la superficie de huerta en Cataluña se ha reducido a la mitad. «En nuestra casa, el cambio climático y la sequía han afectado mucho», asevera, recordando que se están muriendo «fincas de avellanos» y que hay campesinos «que sólo piensan en terminar», situación agravada por los «precios miserables» que se pagan.

El representante de los mayoristas del Mercado del Campo apunta que restaurantes y hoteles compran hortalizas de cuarta gamma para la elaboración de ensaladas, «que no tienen la misma calidad, pero aguantan más», y que la imagen se repite en el consumo particular «porque si vas a comprar una lechuga y hace mala cara, no lo compras».

Desde Unió de Pagesos, Crusells menciona que cada vez se está yendo hacia «variedades híbridas» de tomate que resistan mejor y que el cambio climático no sólo se deja notar en verano, sino también en invierno: «Variedades de espinaca y coliflor no tendrán lo suficiente frío».

Escrivà señala que, hoy día, «la mayoría de las cosas se hacen en invernaderos». Crusells advierte que, incluso en un invernadero, en pleno verano, «hará demasiado calor» para el cultivo de algunas variedades y teme que muchos cultivos se dejen de hacer.

Menciona que algunos «ya no se pueden hacer la calle porque se queman del sol». «Se perderán variedades y se dejarán de cultivar según qué cultivos; uno de los que está tocado de muerte en la zona es el avellano», lamenta. «Si sigue haciendo tanto calor, llegará un momento en que los campesinos se cansarán», cierra Escrivà.

Delante de este escenario, desde Unió de Pagesos se considera que ya se tendría que haber hecho años atrás el proyecto para regenerar el agua de la depuradora de Reus. «No sabemos si en el 2027 estará solucionado el problema del riego y estamos en el 2024, estamos muy desanimados», concluye Crusells.

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