Fiestas
El bestiario reusense se extiende por toda la ciudad en un alocado Séquito Festivo
Bailes, bestias y gigantes recorrieron las calles del centro de la ciudad con sus particulares bailes tradicionales
Como si alguien se hubiera dejado la puerta del vallado del bestiario abierta, ayer tarde se zafaron todas las bestias. En un Séquito Festivo de Misericòrdia alocado, que inició desde varios puntos de la ciudad, y se dispersó como una mancha de aceite por las calles del centro de Reus. La Mulassa fue la primera en salir por las puertas del Ayuntamiento después de sonar el Toque de Fiesta y, bailando, se escurrió por la calle de las Galanes, seguida de cerca por los Gegants de la ciudad.
Por su parte, el Carrasclet los ignoró y, con su paso solemne y el trabuco en la mano izquierda, atravesó la plaza del Mercadal de una punta a la otra para dirigirse calle Major abajo. Delante suyo se cruzó, la Víbria con su cara habitual de pocos amigos también se dirigió calle Major abajo seguida de los tambores y grallas . A pesar de que un amigo sí que acabó haciendo, el Lleó, con quien coincidió en el raval de Santa Anna y se puso a bailar ante la admiración y sorpresa de los presentes.
Por otro lado, una presumida Àliga extendió las alas y con su plumaje dorado sobrevoló al ritmo de la música la calle de las Carnisseries Velles, la calle de la Presó y fue a parar a la plaza de Evarist Fàbregas i Pàmies, en el Pallol. Allí torció calle de Montserrat arriba y cortó por la mitad a la comitiva de los gigantes en el cruce con Galanes, dejando a los Indis a un lado y los otros gigantes dirigiéndose hacia la plaza de Catalunya.
Sin embargo, también hubo otras bestias que, desgraciadamente, se sumaron a la fiesta; los padres con los cochecitos. Se esparcieron por la ciudad, complicando una movilidad ya de por si difícil por las estrechas calles de la ciudad. No obstante, tampoco nos podemos olvidar de la presencia de los Nanos de Reus y los bailes tradicionales.
Los traviesos Nanos se dirigieron calle de Llovera arriba haciendo saltitos, mientras saludaban efusivamente a los peatones y se cruzaban con otros elementos del séquito reusense. Bajando esta calle, navegaban las olas acompañados del sonido de las grallas el Ball de Galeres, que quizás les habría ido mejor con las lluvias del fin de semana pasado. El Ball de Gitanes lo precedía, consiguiendo incluso que algunos de los espectadores se pusieran a bailar imitando sus pasos.
A la vez, por la calle de Santa Anna bajaban al galope el Ball de Cavallets, haciendo zigzag y levantando los sables afilados. De esta manera, era imposible no pasear por las calles de la capital del Baix Camp y no encontrarte alguna bestia o baile haciendo juerga y animando a todo el mundo a aplaudir al ritmo de las canciones. El inicio de una víspera de Misericòrdia festiva y familiar, uno de los momentos más esperados de la fiesta.