Diari Més

Fiestas

El Águila y la Mare de Déu se miran con ojos de amor

La entrada del Águila al interior del Santuario y el canto de los Gozos a la Mare de Déu de Misericòrdia protagonizan los momentos más emotivos de la Fiesta Mayor

La entrada del Águila, el baile solemne corto y el canto de los Gozos se sucedieron.Gerard Martí Roig

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Mientras los Xiquets de Reus cargaban su primera construcción, en el Santuario de la Mare de Déu de Misericordia no paraba de entrar gente. Era las 19.20 horas y hacía rato que las naves laterales estaban llenas, de pie. Con abanicos en las manos, o utilizando el programa de la oración para la función, y resistiendo estoicamente el pujante calor, los feligreses pedían «la protección de la Virgen». Cada vez había más y, con la actuación castellera habiendo llegado a su conclusión, el interior del templo se condensó para acoger y abrazar todavía a más reusenses; todos aquellos que quisieran acceder. Al escuchar unos tempranos gozos, el Águila, que embelesada contemplaba las camisas de color avellana, se giró. Llevando un ramo de rosas al pico, las puertas se abrieron de par en par, se hizo el silencio, y la alada figura áurea entró en el Santuario.

Los móviles se alzaron como si fueran objeto de ofrenda —se sintió un rumor quejándose de la obligatoriedad de mala gana de tener que vivir la mística experiencia a través de una pantalla—, el Águila puso un pie en el lugar sagrado, y miró a los presentes. No era una mirada amenazante, sino todo lo contrario: los observaba con ojos de amor. Se abrió paso hasta quedarse cara a cara con la Virgen. Le dedicó dos giros. Primera ovación. El baile solemne corto, con reverencia final. Una segunda abrumadora y atronadora ola de aplausos. Y unos terceros vítores todavía más sonoros, cuando el portador, visiblemente emocionado, salió de la figura. «Mare de Déu de Misericordia, miradnos con ojos de amor», proclamaban los feligreses con el canto de los Gozos a la Virgen de Misericordia. Había cristalinas lágrimas recorriendo rostros. Y con la devoción a flor de piel, de fondo, se escucharon llegar los primeros Diablos.

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