Diari Més

Misericordia

Misericòrdia se baña en fuego

La Bajada contó desde el primer momento con un público multitudinario

Carretillada final de Misericòrdia.

Carretillada final de Misericòrdia.Gerard Martí

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La Bajada tradicional del Ball de Diables de Reus inició, como no podía ser de otra manera, con humo y olor de pólvora al ambiente. Desde mucho antes de su inicio, en la plaza de la Pastoreta, ya se congregaba una gran cantidad de gente que querían disfrutar de la traca final de la fiesta por todo el paseo y hasta la plaza del Santuario de Misericòrdia. El Ball de Diables infantil fue el encargado de encabezar la comitiva y hacer estallar las primeras carretillas, con paso firme y lento, dirección al santuario. A estos los precedían los veteranos del baile y los tamborileros, con su ritmo constante y potente, acompañando aquella recela desfile.

En torno a esta fiesta de luz y fuego, un público formado por gente de todas las edades se congregaba para observar el espectáculo pirotécnico. Algunos de bien cerca y otros manteniendo una distancia prudencial, viendo cómo las chispas iluminaban un paseo que cada vez se hacía más oscuro. Además, nadie quería perder la oportunidad para grabar algún vídeo o hacerse una fotografía con el teléfono móvil, ya sea para el recuerdo, hacerla llegar a algún familiar o amigo o, como ya está de moda hoy en día, difundirla por redes sociales para el postureo.

A la vez, no faltaron tampoco los sustos de algunos espectadores. Algunos de estos, no vestidos por la ocasión y más confiados de lo que tocaría, salían corriendo cuando el estallido de una carretilla se dirigía hacia ellos. De otros, mejor protegidos con sombreros de paja y ropa gruesa, se colocaban bajo el fuego para después salir corriendo. Algunos, aprovechaban para pararse a tomar alguna cosa en algunos de los bares abiertos por el paseo e, incluso, a un señor le caía una chispa dentro del vaso de cerveza.

La comitiva de los diablos no llevaba ni la mitad del recorrido hecho que el ambiente ya estaba cargado con un fuerte olor de pólvora y humo. Así y todo, como un reloj suizo, los miembros del baile seguían tirando y haciendo estallar carretillas sin detenerse en ningún momento, poniendo de manifiesto la extraordinaria organización y ensayos detrás del baile.

No obstante, un servidor se ve obligado a hacer un pequeño apunte negativo. Aunque el fuego sea un elemento en nuestra cultura muy querido y presente en las fiestas mayores, está claro que no a todo el mundo le gusta. Entre ellos, hay nuestros amigos peludos, como los perros, que muchos de ellos lo pasan muy mal en estas fechas. Los que tenemos a nuestro cargo, tratamos de sobrevivir como podemos, dejando que la fiesta continúe adelante para el disfrute de la ciudadanía mientras buscamos soluciones para que nuestros compañeros no sufran. Por este motivo, saco fuego por la boca cuando observo a algunos dueños que creen oportuno sacar a pasear a algunos de estos pobres animales durante acontecimientos como la bajada y, encima, se quedan distraídos mirando el fuego mientras el animal suplica marcharse. En opinión personal, esta falta de empatía es de juzgado de guardia.

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