Urbanismo
La venta pública de Pich Aguilera en Reus queda desierta
La finca salió en venta por casi 4,9 millones de euros
La venta pública por parte del Ayuntamiento de Reus de la finca de la antigua fábrica textil Pich Aguilera ha quedado desierta finalmente. El inmueble, situado en la avenida de Presidente Companys, 7-9 y con una superficie superior a los 4.800 metros cuadrados, salió en venta por 4.882.418,40 euros. Ante este hecho, fuentes del Ayuntamiento han afirmado en el Diari Més que no desistirán y, por lo tanto, se volverá a valorar el expediente y que la intención es volver a sacar el inmueble a concurso más adelante.
La voluntad con esta venta era que el espacio fuera destinado a la construcción de pisos, la habilitación de bajos comerciales y la urbanización de un pasaje. Como es habitual, hay una serie de limitantes sobre los futuros usos de la parcela, como una densidad máxima de 192 viviendas. Sin embargo, aparte de los riesgos empresariales, la alienación está acondicionada por la posibilidad de haber restos contaminantes por su actividad industrial pasada y la posible presencia de un foso. Esta estaría localizada en el umbral de la finca, junto al Instituto Baix Camp, y «podría aparecer durante las excavaciones de los sótanos».
El hallazgo del foso
La sepultura está documentada en el Banco de la Memoria Democrática de la Generalitat de Catalunya como «probable» foso, si bien se desconoce el estado de conservación y se certifica que no ha sido dignificada. El hallazgo se produjo a la década de los cincuenta cuando la propiedad de la fábrica encargó a Antoni Batlle i Mas que elaborara un informe y unos planos de un pozo, situado entre la finca y la Escuela del Trabajo, de dos metros y medio diámetro y una profundidad de cien metros, con el objetivo de abastecerse de agua. Batlle pidió a un familiar que bajara a comprobar el estado del interior de la infraestructura y este vio que, a unos treinta metros de profundidad, se apilaban decenas de cadáveres. Batlle avisó a los responsables de Pich Aguilera, de que ordenaron que se pusiera fin a la inspección y se construyera una bóveda para tapar el pozo.
Según se detalla en el Banco de la Memoria Democrática, Batlle descubrió que los cuerpos pertenecían a prisioneros encarcelados en las naves de la Escuela del Trabajo durante la posguerra. «Algunos de ellos sufrieron maltratos tales que murieron en el mismo campo: fueron estos quienes acabaron vertidos y amontonados en el pozo. El resto de prisioneros estaban conminados al cubrirlos con cal», certifica el informe. Hay que recordar que, siendo Reus una ciudad desmantelada por las bombas, las autoridades franquistas utilizaron varios edificios como centros de reclusión.
En septiembre de 1939 se ofrece a la comandancia militar la Escuela del Trabajo, una vez desestimada la posibilidad de seguir utilizando el Instituto Pere Mata para la función. El uso de la Escuela del Trabajo con esta finalidad fue breve, ya que en octubre de 1939 fue habilitado como centro de internamiento el antiguo cuartel de caballería, en la actual plaza de la Llibertat, si bien no se puede descartar que se mantuviera más tiempo como lugar de detención.