Presidenta de la Coordinadora Catalana de Fundaciones
Entrevista
Eugènia Bieto: «La sociedad civil catalana siempre ha demostrado una capacidad muy grande para resolver problemas»
La presidenta de la Coordinadora Catalana de Fundaciones estará presente durante la reunión con una cincuentena de fundaciones tarraconenses prevista en el Círcol este viernes 25 de octubre
¿Este viernes hacéis una reunión con las fundaciones tarraconenses en el Círcol, con qué motivo?
La idea es convocar a las fundaciones de Tarragona a un encuentro donde puedan intercambiar sus experiencias y prácticas, trasladarnos a la coordinadora aquellas preocupaciones donde podamos ayudar, por ejemplo, con temas de ámbito jurídico, formativo o de financiación, y visibilizar el papel de las fundaciones y todo el trabajo que hacen. Y es importante tener en cuenta unos datos, en Tarragona hay 133 fundaciones activas de varios sectores como son el ámbito social, cultural, de investigación o educación, algunas de ellas centenarias y que dan trabajo además de 5.000 personas».
¿Son unas cifras significativas con respecto a población, no?
«Lo son. Hace poco asistí a una mesa redonda para hablar del papel de las mujeres en las fundaciones y había reunido a más de 200 personas. Y otro dato, en Cataluña más de 15.000 personas forman parte de los patronatos de las fundaciones. Para hacernos una idea, el patronato sería el comité directivo de una empresa. Sin embargo, en este caso no lo hacen para enriquecerse, porque eso es una organización sin ánimo de lucro y está prohibido, asumen esta responsabilidad de manera altruista».
¿En estos encuentros, cuáles son las preocupaciones que normalmente os trasladan las fundaciones?
«Por una parte, está el tema de la financiación y qué estrategias seguir para ser sostenibles. Buena parte de sus recursos vienen a base de subvenciones, pero nunca sabes si esta subvención que te ha llegado este año también la tendrás el próximo año. Después, el tema de establecer alianzas, porque a veces la colaboración de dos fundaciones puede resultar en un avance positivo para los objetivos de ambas. Y, finalmente, una cosa que ahora mismo les preocupa mucho es como medir su impacto. Por ejemplo, si una fundación está dedicada a la reinserción laboral de personas en riesgo de exclusión social y habla con una empresa que podría ayudar, cada vez es más recurrente que les pregunten cuál es el impacto que tienen. Y en este caso la respuesta no es qué actividades o talleres hacen, sino cuántos convenios con empresas has firmado o cuántas personas se han reinsertado en el mundo laboral, porque así demuestras que realmente están apostando por una entidad que cumple su función».
¿Como de importante es el papel de las fundaciones en nuestra sociedad?
«Muy importante. En Cataluña hay unas 2.100 fundaciones activas, algunas con una larga tradición y con centenares de años de historia. La sociedad civil catalana siempre ha demostrado una capacidad muy grande de actuar para resolver problemas y las fundaciones lo que hacen es llegar a donde la administración pública no llega».
¿Cómo han cambiado las fundaciones en estos siglos?
«Las fundaciones ahora mismo están mucho más profesionalizadas, cada vez están más cerca de las empresas. Están controladas económicamente y tienen que mantener una transparencia. Eso es positivo, porque es una manera de hacer valer su trabajo y la gente que quiere colaborar se siente más segura a la hora de hacer un donativo, porque sabe dónde destinarán su dinero. Así y todo, no son emprendidas, porque su objetivo no es repartir beneficios entre unos socios, sino cumplir una función social. El ejemplo paradigmático es la Fageda que, aunque mantiene una actividad económica que es hacer yogures, su propósito es dar trabajo a gente que sufre alguna discapacidad, una cosa que las empresas privadas no tienen tradición a hacer».
Como dice, las fundaciones a veces llegan donde la administración no llega. ¿Entonces, qué les pediría a las instituciones públicas?
«Primero de todo, la administración pública ejerce un control en las fundaciones, que es necesario, a través de la dirección general de entidades que forma parte de la conselleria de Justicia. Si les tuviera que pedir alguna cosa, primero sería simplificar la burocracia. Mucha gente que quiere formar una fundación se pierde entre todo el papeleo que tienen que presentar. En segundo lugar, que coordinen las leyes, porque a veces diferentes leyes pueden llegar a ser contradictorias. Y en tercer lugar establecer un incentivo fiscal a hacer una donación. Y no pidamos la luna, pidamos parecernos más a países vecinos como Francia. Si damos incentivos fiscales, no necesariamente aumentaría el número de donaciones, porque quien está dispuesto a dar lo hace igualmente, pero seguramente los donativos serían más abundantes. El pasado mes de enero hubo una reforma de la ley de mecenazgo, que es positiva y consiguió un amplio consenso, pero creemos que podríamos ser más ambiciosos».