Superación
El Centro de Lectura de Reus homenajea a las cuatro primeras aviadoras catalanas
Pepa Colomer, Dolors Vives, Cèlia Martí y Teresita Alberich fueron las cuatro primeras mujeres aviadoras en Cataluña
Las mujeres a lo largo de la historia han tenido que romper techos de cristal por culpa de una sociedad que las condenaba a una vida ligada a la voluntad de los hombres. Algunas, valientes, intentaron salir del guion como las protagonistas de hoy que, no tan sólo superaron este techo, sino que directamente volaron por encima de él; las cuatro primeras mujeres aviadoras catalanas.
Carme Puyol, historiadora y archivista, destaca que es muy importante tener en cuenta el contexto: «Colomer y Vives vivieron el contexto de la Segunda República con la Constitución de 1931. El nuevo código civil otorgaba los mismos derechos tanto a hombres y mujeres».
La primera mujer aviadora de Cataluña y tercera en el Estado fue Maria Josefa Colomer, más conocida como Pepa Colomer. Una mujer nacida en una familia burguesa de Barcelona que, como explica Puyol, se vio beneficiada de tener un padre «muy liberal». «Le dio alas, nunca más bien dicho, y fue al Aeródromo del Prat para que su hija se matriculara en la escuela».
Por su parte, Dolors Vives, a pesar de ser cinco años mayor que Colomer, obtuvo el título posteriormente, siendo la segunda en Cataluña y la sexta en España. «Nuevamente, estamos ante un contexto familiar propicio. Ella proviene de Valls y su padre siempre le dijo que no tuviera miedo de nada», detalla la historiadora.
El momento más relevante de las dos aviadoras fue la Guerra Civil, cuando fueron movilizadas por la Generalitat. «Se convirtieron en instructoras de los jóvenes aviadores. Vives se levantaba cada día para ir desde Figueres hasta el Delta de l'Ebre para vigilar el barco de guerra Canarias. Colomer llevó a cabo muchas misiones. Tenían mucho prestigio y los compañeros las admiraban», destaca.
Martí y Alberich
Por otro lado, las otras dos protagonistas lo tuvieron más complicado. En el contexto de la posguerra en los años 50 la Constitución de 1931 había sido suprimida y las mujeres volvían a estar bajo el dominio de las decisiones del padre o el marido. «Cèlia Martí y Teresita Alberich eran grandes amigas y es una aventura que iniciaron juntas. Viajaron, estudiaron y trabajaron. Eran un perfil de mujer absolutamente rompedor para aquella época», explica Carme Puyol.
En el año 1956 Martí consiguió una beca para entrar en la escuela del Real Aeroclub de Reus y animó a Alberich para que se sumara. «Los padres fueron el primer muro a atravesar porque se oponían, pero finalmente cedieron», afirma Puyol. Pero los retos no acabaron aquí, ya que tuvieron que soportar las críticas malintencionadas del entorno. «Se pensaban que íbamos a hacer cualquier cosa menos aprender a pilotar», comentaba Alberich años después.
Pero no se asustaron en ningún momento y tal como explica Puyol: «Llegaban a las clases prácticas en el coche de Cèlia, un Seat 850 Spider (descapotable) rojo y con pantalón. Eran mujeres muy rompedoras». Finalmente, llegó el día del examen final que, en palabras de Alberich: «Era un día de niebla y mucha gente vino a vernos, incluso el teniente coronel de la base militar. Era mucha presión para nosotros y nos temblaban las piernas. Quizás se pensaban que nos comeríamos la pista».
«Ellas siguieron volando, pero por placer. Nunca pudieron ejercer como piloto, por ejemplo, comercial. Pero lo más importante es que fueron a contracorriente y lo consiguieron en medio de un contexto que les iba totalmente en contra», reivindica Puyol.