Entrevista
Joan Antoni Domènech: «La ausencia de facilidades es la clave para entender la potencia empresarial de la ciudad de Reus»
El periodista y escritor presentó su segundo libro que recoge varias historias de empresas de la ciudad de Reus y comenta que ya está pensando en una tercera parte
¿Hiciste un primer libro que hablaba de historias empresariales reusenses, qué nos encontraremos en este segundo?
«La temática es la misma, pero no hay relación en los contenidos. Tú ahora podrías leer primero el segundo y después el primer libro y no habría ningún problema. Esta segunda parte es más densa, hay más historias y algunas de ellas no se habían publicado hasta ahora. Creo que tenemos un patrimonio empresarial muy potente en la ciudad y a la vez olvidado, sobre todo si lo comparamos con otros aspectos cómo puede ser cultural donde sí que se ha trabajado más».
¿Quiénes eran las personas que había detrás de estas empresas?
«Hablamos de gente inventiva que crea patentes, exporta y lidera mercados en toda España. Y además, muchas de estas empresas de las que hablo contaban con muchos socios cuando fueron creadas y eso permitía que el proyecto tuviera un fuerte apoyo y, aunque algún socio se marchara, seguía teniendo en toda el resto. Tenemos el caso paradigmático de los hermanos Recasens con su aventura bancaria y energética que es una de las más importantes en el siglo XX en España, entre otros. Con estos libros hablo de personajes conocidos como ellos, pero también de desconocidos que vale la pena conocer».
En los dos libros dedicas el capítulo inicial a reflexionar sobre el contexto de Reus que permite que proliferen tantas empresas. ¿Qué tiene Reus para ser así?
«La ausencia de facilidades es la clave para entender la potencia empresarial de la ciudad de Reus y, en primer lugar, es el agua. La ubicación física de Reus es bien extraña, porque no tiene ninguna fuente de agua al lado a diferencia de otras poblaciones europeas similares a finales del siglo XIX y principios del XX. Esta búsqueda del agua está muy incrustada en el ADN reusense que es el que hace nacer la ciudad. Después, Reus no es capital administrativa, ni militar, ni eclesiástica y no tiene puerto, pero desde el punto de vista económico superaba a Tarragona de largo y a muchas otras ciudades catalanas. Y todo eso se ha demostrado gracias al hecho de que cuando un sector desaparecía invertían en otro. Cuando el aguardiente se dejó de vender pasaron a vender frutos secos, después vinos y así sucesivamente. Es muy curioso, porque las crisis hicieron que la ciudad crezca, la gente no se hundía, sino que se reinventaba».
¿Viendo todas las historias que hay para explicar, cuando hiciste el primer libro ya tenías claro que querías hacer un segundo?
«Al principio no, pero a medida que iba conociendo estas historias me aparecían otros. Y a veces yo sí que tenía una referencia de una empresa, pero no era consciente hasta donde habían llegado, como puede estar en el sector industrial farmacéutico. Estaba Serra Pàmies, que en su momento fue el único productor de aspirina en España y que es el conocido, pero también cuatro o cinco más de un nivel muy alto de los años veinte y treinta. Para mí fue una gran sorpresa y creo que todavía se puede profundizar más».
¿Entonces, nos hemos olvidado de lo que es Reus?
«Reus tiene todavía cuatro o cinco empresas multinacionales muy significativas y con liderazgo mundial y eso lo sabe poca gente. Reus fue pionera en la exportación a través del puerto de Salou y tampoco se conoce. Un dato muy relevante es que el año 1929 en Reus había un censo de 1840 empresas y comercios. Estamos hablando de que sería un 13% de los habitantes de aquella época, es una barbaridad. Los años veinte fueron la edad de oro de la economía reusense y todo eso que explico se desconoce hoy día».
¿Aparte del dato, por el cual los años veinte fue la época dorada?
«Había unas ganas de hacer cosas que se contagiaban y, aunque también explico historias de otras épocas, la mayoría de las empresas son de los años veinte y treinta. Había un ambiente muy propicio que fue un imán tanto para la gente de aquí como de fuera de Reus. Y también creo que es importante comentar el hecho de que muchas de estas iniciativas privadas han sido después un bien social por la ciudad. Por ejemplo, en el tema del agua es el pantano de Riudecanyes. Aquellos empresarios tenían una conciencia como de patricios y este también es uno de los motivos que explica el matrimonio que ha habido entre la administración pública local y la empresa privada en Reus en los últimos dos siglos».
¿Y este matrimonio está cansado?
«No, pero en aquella época se tenían que hacer muchas cosas que tenían un coste muy elevado donde el Ayuntamiento echaba una mano. El contexto es muy diferente, pero sigue habiendo una sensibilidad y buena relación y Redessa es la demostración, porque en cierta manera busca recrear la fórmula».