Diari Més
Màrius Carol

Periodista y escritor

Entrevista

Màrius Carol: «La guerra todavía está muy presente en las casas de la gente»

El periodista y escritor presenta su novela ‘El niño del ajedrez’ (Columna) este lunes a las 19 h en el Círcol de Reus

Imagen de Màrius CarolPedro Madueño

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Escribes a partir de una historia que oyes en casa a los suegros.

«Sí. Antoni Lloret, que era el padre de mi suegro, fue sastre de Sant Sadurní y teniente de alcalde por ERC en tiempo de la República. Cuando las tropas de Franco entran en el pueblo, Lloret se tiene que esconder y la madre dice a los hijos que el padre está muerto. Durante este tiempo, sin embargo, Lloret envía problemas de ajedrez a su hijo, sin decirle que es su padre. Esta relación que se establece entre ellos me pareció que tenía una gran fuerza literaria».

Y te pones a repasar su historia. ¿Eras consciente, sin embargo, que quizás encontrarías cosas que no te gustarían?

Sí, me planteo si el padre de mi suegro, más allá de lo que había sentido en casa, no tendría alguna cosa por esconder. Esta es una primera angustia que siento, pero tuve la gran suerte de contactar con el historiador Carles Querol, que fue el primer alcalde democrático que tuvo Sant Sadurní, y que una vez retirado se dedicó a estudiar la historia del pueblo. Él me dijo que podía estar tranquilo».

¿Con qué material trabajaste?

«Me encontré con que, como pasa en muchas familias que han vivido la guerra, la gente guarda cosas. Una sobrina del protagonista conserva un relato escrito por la hija de Lloret, en el que explica los hechos en primera persona. Y también las cartas que el sastre, que estuvo escondido durante diez años, enviaba a la familia. Primero, bajo un seudónimo, pero al final incluso lo explica al hijo. Me pareció muy fuerte que el niño pasara la infancia y la adolescencia pensante que el padre estaba muerto y, cuando finalmente lo recupera, lo volviera a perder al cabo de cuatro días».

Todo se precipita porque llega un día que Lloret ya no puede más.

«Han pasado diez años, y la excusa formal para volver a Sant Sadurní es que Franco prevé un indulto para las personas que no tienen delitos de sangre, que es su caso. Su abogado le pide que se espere, pero él no puede más. La familia va a ver al cura del pueblo, que intercede con el alcalde, el cual les dice que ya lo arreglará. Pero todavía hay mucha tensión y el alcalde sucumbe a los falangistas. Al final, la Guardia Civil se lo lleva a Barcelona, y aquí vendrá la tragedia final».

La novela también rinde homenaje a los corresponsales de guerra. Es la mano de Màrius Carol periodista.

«Pensaba que la historia era muy potente, pero que faltaba alguna cosa que la hiciera más universal. Y encontré en el Archivo de Vilafranca una fotografía en que se ve Hemingway con el fotógrafo Robert Capa y los corresponsales Vincent Sheean y Herbert Matthews en las viñas de Sant Sadurní. Quien hace la foto es Henry Buckley, el corresponsal del Daily Telegraph. Esta fotografía me permite hablar también de un episodio muy potente, porque Buckley convence a Capa de ir hasta Figueres, donde se celebra la última sesión de las Corts de la República. Haber explicado este capítulo y el de la entrada de las tropas en Barcelona me hace sentir muy satisfecho».

También hablas de la guerra en primera persona. ¿Por qué?

«Porque quería explicar que la guerra todavía está muy presente en las casas de la gente. Un año antes que yo naciera, la madre veía por la ventana de casa cómo pasaban los camiones de gente que llevaban a fusilar. También hablo de un objeto que me gusta mucho, unos binóculos que mi abuelo recogió de un teniente republicano fusilado. Los tuvieron mis padres y ahora los tengo yo. Allí hay la mirada del teniente, la del abuelo y la del padre. De alguna manera, estos binóculos son cautivos de las miradas de mi familia, y me ayudan a explicarme».

Como periodista, sientes la responsabilidad de contribuir a hacer que todo eso no se olvide.

«Sí, tengo la sensación que nuestra generación tenemos esta responsabilidad, porque de aquí a dos o tres generaciones más, todo eso se habrá perdido».

¿Cómo ha recibido la novela a la familia del suegro?

«Ha sido curioso, porque hasta entonces no daban demasiado valor, la historia era una especie de batallitas del abuelo. Creo que la novela ha servido para que la familia se reencuentre y se sienta orgullosa del linaje. No era mi objetivo, pero me reconforta».

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