Tecnología
El Clúster TIC Catalunya Sud llega a la adultez
El proyecto que une a socios públicos y privados celebra sus 11 años de recorrido
El Clúster TIC Catalunya Sud nació un lejano septiembre del 2013 para tejer complicidades entre los sectores público y privado y promover la competitividad del sector tecnológico. «¿Había presencia de empresas tecnológicas? Sí. ¿Tenían sentimiento de territorio? No», reflexiona el actual presidente de la asociación, Pablo Mazón.
De la mano del Ayuntamiento de Reus, se detectó que «en 10 o 11 años empezaremos a ver los resultados de esta acción». Una década más tarde, Reus aspira a convertirse en Ciudad de la Ciencia y la Innovación; el Tecnoparc, en distrito tecnológico; y el Clúster aglutina un centenar de socios. «Metafóricamente, este último año el Clúster ha pasado de adolescente a adulto con todo lo que implica en lo referente a relaciones, impacto y compromiso con el territorio», reflexiona el gerente de la entidad, Sergi Novo.
De hecho, en la partida de nacimiento figuraba la denominación Clúster TIC Reus. «La junta directiva, encabezada por Marc Arza, entendió que no tenía sentido hacerlo sólo de Reus, sino que tendría que ser del ámbito de la demarcación», apunta Novo. De esta manera, la entidad fue una de las primeras en adoptar el apellido Catalunya Sud.
«Creo que es una forma muy acertada porque, al final, lo que buscamos es potenciar no sólo una ciudad y un entorno, sino todo el Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre», remata al gerente del Clúster. Del nacimiento se pasó a la adolescencia, «que es siempre la etapa más complicada, y el Clúster también lo fue», piensa Novo.
En los últimos dos y tres años, se ha vivido una explosión. «Hemos pasado de una treintena de socios a casi un centenar, hemos multiplicado por seis la facturación, hemos cuadruplicado el equipo, hemos entrado a proyectos europeos y de territorio, estamos haciendo muchas más actividades que antes... Al final, abrirse a la Catalunya Sud fue una decisión muy acertada y que nos ha traído donde estamos ahora», expresa Novo.
«Los últimos años es cuando hemos empezado a ver que este proyecto cogía forma, solvencia, y se ha pasado de una dinámica donde el Clúster tenía que hacer muchos esfuerzos para alinear todas las visiones a una situación en que la misma administración pública y las diferentes entidades son conocedoras del proyecto», señala Mazón. «Ahora estamos en una etapa donde todavía podemos crecer mucho más», comenta el presidente.
En el horizonte, el sector avista retos y oportunidades. Por una parte, las empresas tienen que tomar «el relevo de este trabajo que está haciendo el Clúster de atraer, captar y retener talento y sacarle un provecho». De la otra, «alinearnos con el territorio». «Necesitamos que se entienda que si las compañías tecnológicas crecen, este valor añadido que ofrecemos a nuestros trabajadores, que es la calidad de vida, se tiene que seguir manteniendo», apunta Mazón.
«Creo que tenemos que mantener la visión a largo plazo, recordar que estamos trabajando no por cómo nos imaginamos el territorio dentro de 3 años, sino de aquí 10», valora el presidente. El gerente destaca que el Clúster tiene que liderar el impulso de un nuevo @ en la Catalunya Sud».
«Ahora tenemos todos los ingredientes: o lo hacemos ahora o no lo haremos», asegura. El área metropolitana y los distritos tecnológicos son herramientas que se tienen que aprovechar «para hacer que el Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre sean vistos a ojos del mundo como un territorio TIC de referencia».
Uno de los principales desafíos es «que lo que hemos conseguido a escala de entidades públicas no se deshaga con los cambios políticas que pueda haber», teme Mazón. También se tiene que prever «si este proyecto acaba siendo un éxito, qué tipo de situaciones futuras nos traerá, con temas como la vivienda o las comunicaciones», y, de rebote, cómo podemos ayudar a que las pequeñas poblaciones anexas a las grandes ciudades también salgan beneficiadas.
Y es que Mazón y Novo consideran que la Catalunya Sud tiene las ventajas de tener un territorio muy unificado y que se tiene «una gran calidad de vida en términos de costes de vida y slow life», un modelo «al que ciudades como Barcelona han agotado».