Memoria Democrática
Historiadores de Reus piden que se investigue y se dignifique la probable fosa de Pich Aguilera
En la finca hay un pozo donde se habrían inhumado restos durante la represión franquista
La salida en venta de la finca de la antigua fábrica textil Pich Aguilera volvió a poner en conocimiento del público general que, en aquella propiedad municipal, podría haber una antigua fosa de la Guerra Civil y la represión, documentada como «probable» en el Banco de la Memoria Democrática de la Generalitat.
Se desconoce su estado de conservación y, a estas alturas, no ha sido dignificada. Delante de este escenario, los historiadores locales Cristian Muñoz y Joan Olivella piden a las administraciones públicas que se investigue y se dignifique el espacio. «Pedimos que se investigue lo que es probable que sea un pozo con unos 70 metros de profundidad de cadáveres», apunta a Muñoz.
Olivella explica que, en caso de que se encuentren restos humanos, se tendrían que recuperar y analizar porque permitirían, por una parte, dignificar la memoria de las víctimas y, de la otra, pueden ofrecer más información sobre el periodo de la Guerra Civil y la dictadura franquista.
«Los prisioneros decían que se utilizaba el porrillo, una especie de martillos con el mango largo, y se podría ver si alguno sufrió lesiones o, directamente, la muerte con este utensilio de tortura», reflexiona. «La guerra va más allá de la guerra: es odio, castigo, represión», certifica Olivella.
En septiembre de 1939, la alcaldía de Reus ofreció a la comandancia militar utilizar la Escuela del Trabajo, que se había utilizado como fábrica de materiales de guerra y taller de aviación, con sus pabellones contiguos, como centro de reclusión.
Si bien poco más tarde se habilitó para tal función el antiguo cuartel de caballería, en la actual plaza de la Libertad, no se puede descartar que el punto de la escuela se mantuviera más tiempo en activo.
Los historiadores, incluso, se plantean «hacer algún tipo de acto para hacer ruido». Asimismo, piden que, además de Pich Aguilera, se aproveche «para dignificar otros espacios de detención». Es el caso del Instituto Pere Mata, donde prisioneros afirmaban haber oído el ruido de los tiros.
«No estaría mal poner un cartel de memoria histórica para decir que es un centro psiquiátrico, pero que en 1939 fue utilizado como campo de detención», apunta Olivella. «Eso que sucedió no se tiene que volver a repetir nunca más y nos tenemos que recordar, valla.
El testimonio de Antoni Batlle
El descubrimiento del pozo se remonta en 1951. Antoni Batlle dejó por escrito que, entre la Escuela del Trabajo y las naves de la fábrica de tejidos, había un pozo de dos metros y medio de diámetro y cien de profundidad. Construido al principio del siglo XX, estaba destinado a proveer de agua Pich Aguilera.
En un momento de sequía, la propiedad le encargó a Batlle saber el estado de la infraestructura. Este pidió a un familiar suyo que bajara a comprobar su estado interior y descubrió que, a unos treinta metros, se apilaban decenas de cadáveres.
Al avisar a sus superiores, se ordenó poner fin a la inspección y construir una vuelta. Batlle descubriría «que los cuerpos pertenecían a los prisioneros encarcelados en las naves contiguas a la Escuela del Trabajo durante la posguerra». «Algunos de ellos sufrieron maltratos tales que murieron en el mismo campo: fueron estos quienes acabaron vertidos y amontonados en el pozo», añade.