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Sociedad

«Yo no quiero vivir solo, pero quiero vivir en casa»

El laboratorio ciudadano SeniorLab plantea la necesidad de crear modelos de vivienda compartida para personas mayores

Imagen de archivo del presidente del SeniorLab, Josep Abelló.Gerard Martí

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Josep Abelló tiene «una maldita manía». «No quiero vivir solo, pero quiero vivir en casa», se sincera. Es «una vieja idea que tengo» y que compartió delante de los seniorlabers, los componentes del laboratorio ciudadano SeniorLab, que busca redefinir a una sociedad cada vez más longeva. No es un pensamiento único. No todo el mundo está de acuerdo con ir a una residencia.

En Valencia, encontró un modelo que encajaba con su deseo: las viviendas compartidas. Cada uno tiene su espacio privado, pero hay servicios en común. «Tiene que haber espacios físicos, adecuarlos y encontrar cuáles son los elementos de consideración, de ayuda, de control, de esta gente que vivirá junta fruto de una, aunque sea poca, pérdida de autonomía», expresa Abelló, que es presidente del SeniorLab y exalcalde de Reus.

«Lo importante no es el entorno de la vivienda, sino la estructura de servicios que puede haber alrededor», continúa Abelló. Las personas mayores tienen una serie de necesidades por la progresiva pérdida de la autonomía —«me duele la rodilla, y me duele porque soy anciano», comenta, entre risas—, pero no es cuestión de aislarla, todo lo contrario. Es crucial que «coparticipe en la concepción y el montaje de las soluciones». Implicar a la sociedad longeva en la construcción de su futuro es «un elemento fundamental». 

Abelló ha buscado contactos entre los promotores, los constructores, los agentes inmobiliarios, el sector educativo, las entidades y fundaciones, las cámaras de comercio, la administración pública, para que lo escuchen, valoren cómo se puede sacar adelante la iniciativa y se sumen al proyecto. «Lo que pretende el SeniorLab es que la sociedad adquiera conciencia», comparte.

Comenta que en los pueblos y las ciudades hay muchas viviendas vacías «y, si encontramos unos elementos favorables, podríamos hacer un abordaje importante». Remarca que las opciones de alquiler ya existen y, sólo, habría que plantearse seriamente el modelo. Comenta la opción de compartir pisos, habiendo creado la estructura de servicios. La compra queda descartada.

Aún así, el SeniorLab es un laboratorio que piensa y propone, pero no ejecuta. Está abierto a explorar cualquier vía. «No descartamos nada», apunta Abelló. «Lo más importante que tenemos que producir no es el espacio físico, sino cuál es el modelo de relaciones, de trabajo y de compañía», indica.

Y es que el cohousing persigue dos objetivos: evitar la soledad no deseada y que los residentes se sientan en casa. Incluso, en el ámbito económico, apunta que la diferencia de precio respecto de una residencia sería «brutal». Y para convencer a los propietarios, opina que al ser un tema social que es tan fácil de entender cómo es el puro envejecimiento quizás nos ayuda.

Con esta idea, el exalcalde comenta que sentirte en casa «no tiene por qué ser en el espacio físico en el que has estado toda la vida» y es consciente que «es un cambio conceptual que no es sencillo». Menciona el ejemplo del proyecto ViuB de Igualada. Consiste en pisos de alquiler para personas mayores de 60 años, en los que se ofrecen múltiples servicios como una lavandería comunitaria, zonas compartidas o el apoyo 24 horas del personal de conserjería.

Los usuarios tienen un lugar privado y espacios de convivencia. «Y si a alguien le pasa alguna cosa, se ayudan y colaboran», afirma Abelló. Tiene que haber, también, servicios externos. Propone que, más allá de la mano puntual en casos concretos, «se organicen actividades» y «los abuelos participen en la toma de decisiones». «Es una concepción muy cooperativista, pero se tiene que hacer con profesionalidad: no es suficiente con que vivan juntos», dice.

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