Cultura
Expresar y hacer sentir sin pronunciar palabra: la danza emociona a Reus con los Premios Òrbita
Los galardones ponen la danza contemporánea en la primera fila de las artes este fin de semana en el Teatro Bartrina
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Un instante de las coreografías de jóvenes ‘amateurs’ que se vieron ayer en el Teatro Bartrina
La cultura levanta pasiones. Una nota, un gesto, un trazo, es capaz de provocar sonrisas, risas, lágrimas, desolación. Los festivales de la canción han permitido que países como Italia, Estonia o Lituania conozcan, en las últimas horas, a sus representantes para Eurovisión.
Mientras tanto, la música también ha sido protagonista del fin de semana en Reus. No ha sido, sin embargo, por la voz de los intérpretes, sino por todo aquello que dicen sin pronunciar ni una sola palabra: los Premios Òrbita han puesto la danza contemporánea en la primera línea. «Sin palabras expresad y nos hacéis oír muchísimo», reconoció la alcaldesa, Sandra Guaita.
Un cuarto de hora antes que la gala de clausura levantara el telón, la ordenada fila de personas que esperaban para entrar al Teatro Bartrina llegaba a la calle Mayor.
El rumor y los saludos se convirtieron en un firme silencio el momento que las luces se apagaron por completo. Absorto, el público quedó contemplando los metronómicos movimientos de Kompass, del Colectivo Kampai. Iban, venían, iban, venían; simetría, asimetría.
El segundo turno pertenecía a Cuentas corrientes, de Jessica Castellón y Boris Orihuela. Él entró maldiciendo un sonoro y repetitivo «What the fuck?» Ella captaría los primeros ohs boquiabiertos y cautivados con su maleable plasticidad. Los víctores que clamaron al unísono al acabar la actuación debieron oírse desde metros hacia allá.
Panopticon no dejó indiferente a nadie. Unas manos rojas dominan todo un cuerpo que lucha por romper con la mecánica rutina y recuperar el instinto humano. La propuesta de la coreógrafa Vasiliki Papapostolou emulaba una imagen carcelaria —el panóptico es un sistema de vigilancia—, la prisión en sí misma; era inevitable pensar en la lucha del bien contra el mal... o contra las máquinas.
Eran las tres coreografías que habían llegado a la final del certamen coreográfico profesional. Finalmente, el jurado quedó encantado con Cuentas corrientes.
Con respecto al concurso de performance, que como premio tiene actuar en el Festival COS, la idea ganadora fue Oveja eléctrica, mientras que la residencia en el obrador de Roberto Olivan fue para Until Death. El galardón del público fue a parar a Roots of infinity. Asimismo, se entregaron los reconocimientos a los amateurs.