Dormir siestas regularmente aumenta el tamaño de tu cerebro
La diferencia encontrada entre aquellos que dormían siestas habituales y los que no era equivalente a la que producen entre 2,6 y 6,5 años de envejecimiento
La siesta, una vieja costumbre española, está siendo motivo de investigación|búsqueda científica en tiempos recientes por|para sus posibles beneficios para la salud. Y es que este patrón de trabajo podría por ejemplo ayudar a preservar el bienestar de nuestro cerebro.
Así, un trabajo llevado a cabo conjuntamente por investigadores del University College de Londres (el Reino Unido) y de la Universidad de la República de Uruguay ha encontrado que los individuos predispuestos genéticamente a dormir siestas de manera regular tenían por término medio un mayor volumen total del cerebro, un claro indicador de una mejor salud cognitiva.
Probabilidad genética de dormir siestas
Como aclaran a estos investigadores en la revista científica Sleep Health existía una cierta evidencia que señalaba que, en adultos de edad más avanzada, las siestas frecuentes se relacionaban con un mejor estado cognitivo. Para acabar de aclarar esta asociación, decidieron estudiar muestras de ADN, resonancias magnéticas y resultados cognitivos de 378,932 mediante una técnica de análisis denominada aleatorización mendeliana.
Más específicamente, se enfocaron en 97 secciones de código genético que se habían asociado previamente a una mayor probabilidad de dormir siestas de manera regular y correlacionaron estos resultados con las resonancias y los test|tiesto cognitivos.
Así, compararon aquellos que tenían más probabilidad genética de dormir siestas habituales con aquellos que no la tenían en parámetros como el volumen cerebral toral, el volumen hipocampal, el tiempo de reacción o la memoria visual.
Diferencias en el volumen cerebral
Este método lanzó que la diferencia media en volumen cerebral entre individuos genéticamente programados para dormir siestas de manera frecuente era de entorno de 15,8 centímetros cúbicos, equivaliendo a la cual se produce entre los 2,6 y 6,5 años de envejecimiento.
Hay que apuntar, no obstante, que no se registraron diferencias notables en cabeza|cabo|jefe de los otros tres parámetros (volumen hipocampal, tiempo de reacción y procesamiento visual) entre los dos grupos de estudio.
Sea como sea, eso lleva a los investigadores a concluir que una siesta corta durante la tarde podría ayudar a los adultos más mayores a proteger su salud cerebral.