Demuestran la eficacia de un dispositivo sin cables con marcapasos y desfibrilador en pacientes con riesgo de muerte repentina
El clínico ha participado en el estudio y ha implantado la nueva herramienta en una veintena de personas
Investigadores del Clínic-IDIBAPS han participado en un estudio internacional que ha demostrado la eficacia de un dispositivo sin cables que incorpora un marcapasos y un desfibrilador en pacientes con riesgo de muerte repentina. El ensayo se ha llevado a cabo en 162 pacientes, una veintena de los cuales fueron tratados en el centro catalán, el único participante del estado español. La novedad de este dispositivo es que permite la comunicación entre el marcapasos y el desfibrilador, de manera tal que se puede ofrecer las dos funciones al paciente, estimular en caso de paro o ritmo cardiaco lento y la estimulación de ritmos cardiacos rápidos para parar la taquicardia evitando un shock eléctrico. El dispositivo todavía no está en el mercado.
Las arrítimias son alteraciones en el ritmo normal del corazón, que puede latir demasiado rápido y provocar una taquicardia o demasiado lento y hacer una bradicardia. También puede latir de manera irregular. Estas alteraciones pueden ser benignas y causar síntomas o provocar graves como mareos, falta de aire, dolor en el pecho o desmayos. Entre las más peligrosas hay la fibrilación ventricular y la taquicardia ventricular, que pueden llevar a la muerte repentina si no se tratan rápidamente.
El tratamiento tradicional para los pacientes con arritmias ventriculares que tienen riesgo de muerte repentina es el desfibrilador transvenoso. Este permite monitorizar el ritmo cardiaco, emitir descargas cuando detecta una arritmia peligrosa o pequeños impulsos como un marcapasos cuando el corazón va demasiado lento. Estos dispositivos pero pueden comportar complicaciones por infecciones, desplazamientos de los electrodos y reacciones adversas al propio dispositivo. Estas complicaciones aumentan a medida que pasa el tiempo. La aparición de los desfibriladores subcutáneos, que se implantan bajo la piel y son menos invasivos, ha mejorado estas complicaciones pero hasta ahora no permitían la estimulación para ritmos cardiacos lentos o la estimulación de ritmos cardiacos rápidos.
Para solucionar eso se ha creado este nuevo dispositivo que está formado por las dos piezas: un desfibrilador subcutáneo y un marcapasos sin cable. De esta manera, el paciente tiene un dispositivo con los dos elementos que se comunican entre sí y sin cables -lo hacen a través de onda de radiofrecuencia-, cosa que reduce el riesgo de complicaciones.
El estudio ha demostrado que el nuevo sistema no tiene problemas de comunicación y que los dos elementos funcionan eficazmente y sin complicaciones.
El jefe de la Unidad de Fibrilación Auricular del Clínico, Lluís Mont, ha destacado que la principal novedad es que estos dos elementos pueden comunicarse y coordinarse entre ellos, reduciendo el riesgo de complicaciones. El dispositivo se dirige a pacientes que han superado un infarto pero han quedado con una lesión extensa en el corazón pero también se dirige a personas con enfermedades genéticas. En estos casos pueden ser pacientes muchos jóvenes, donde el riesgo de complicaciones de llevar un dispositivo tradicional con cables durante años es mayor. Por eso Mont ha destacado que es «muy esperanzador» poder contar con esta nueva herramienta.
Alargar y mejorar la vida de los pacientes
Uno de los pacientes que lleva este nuevo dispositivo es David Andújar, que sufrió un infarto el 7 de octubre del 2022. Andújar, de 50 años, ha explicado que hacía tiempo que no se encontraba bien y que había ido al médico pero hasta el momento le habían recetado medicamentos contra la ansiedad. Él veía que no mejoraba y finalmente el 7 de octubre del 2022 sufrió el infarto. No fue consciente al momento, sino que estuvo 3 horas «aguantando» en casa porque pensaba que lo que tenía era un ataque de ansiedad. El resultado fue un ataque «muy fuerte» que hizo que el corazón le quedara muy afectado.
El hombre salió adelante, con una operación para ponerle un 'stent'. A los ocho meses pero le ofrecieron la posibilidad de implantarle el nuevo dispositivo, ya que en su caso había riesgo de muerte repentina.
Un año después ha explicado que su vida ha mejorado, como también lo ha hecho su esperanza de vida. Reconoce pero que le ha costado, tanto por el hecho de que al principio le resultaba «extraño tener una máquina en el cuerpo» como para tener que aceptar que ahora su cuerpo no le permite ser tan activo como antes. «Gracias al dispositivo que me activa en el corazón, sino no estaría tan activo como estoy», ha manifestado.
El estudio se ha publicado en el 'New England Journal of Medicine'.