¿Cómo afrontar las rabietas de los más pequeños?
Se trata de una etapa evolutiva de los niños que determinará la manera como gestionan sus emociones
Te encuentras en medio del supermercado. De sopetón tu hijo quiere que le compres un juguete. No quieres ceder porque hoy ya le has comprado otra cosa y crees que es excesivo. Es tu limite. Tu angelito se tira por el suelo y da vueltas, grita, llora, no atiende a ningún razonamiento, no quiere escucharte, ni que lo toques pero tampoco que te marches.
Está viviendo una rabieta y sus emociones están desbordadas. Toda la gente del supermercado dirigen los ojos hacia ti con miradas inquisidoras para saber cómo reaccionarás. Esta situación es muy habitual. Lo primero que hay que tener presente es que estas reacciones son completamente normales, es más, forman parte de su proceso de desarrollo. Nuestro pequeño no es malo ni rebelde ni nos hace chantaje sino que forma parte de su crecimiento y la manera que lo afrontamos modelará su carácter.
Con este lenguaje corporal, el niño, que todavía no sabe como hacerlo de otra manera, expresa su molestia y su malestar. La edad habitual en que se dan estas reacciones es entre los 2 y los 4 años. Hay diferentes autores, pedagogos y psicólogos, que abordan este tema que tanto preocupa los padres. Por ejemplo, el pediatra Carlos González apunta en uno de sus artículos sobre este tema que «Es una actitud mucho más extendida de lo que parece. Miles de veces, en vez de intentar consolar de forma adecuada a un niño (cogiéndolo en brazos, o dándole pecho, o preguntándole qué le pasa...), se le dicen cosas como «no llores, que te pones muy feo», o «qué vergüenza, un niño tan mayor y llorando».
Presentamos algunas recomendadciones:
Anticiparse a las rabietas
Intentar evitarlas es una recomendación evidente pero útil. Si tiene hambre y sueño siempre será más fácil caer en esta situación. El hambre y el sueño son dos de los aliados de las rabietas. Si podemos evitarlo en la medida del posible siempre ayudará.
Relativiza la frustración de tu hijo
Intenta mantener la calma y piensa que todo pasará. Si necesitas, cógelo y sale del espacio donde las miradas del resto te afectan y busca un lugar más tranquilo.
Acompañar
Ponernos a su nivel, pronunciar su nombre y llama a los sentimientos de tu hijo puede ayudar a dominarlos. Si pones nombre a que está sintiendo es una manera de normalizar estas emociones que siente y rebajar su intensidad. En aquel momento, no servirá de mucho razonar.
- No utilices la ironía o razonamientos que todavía le fastidien más. No sirve de nada. Evita el chantaje para solucionarlo porque no estás afrontando la gestión de las emociones que es lo que realmente importa.
- Valida los sentimientos de tu hijo. La tristeza, la rabia, los celos son emociones válidas que tenemos que aceptar y aprender a gestionar. Tu hijo todavía no sabe como hacerlo. Como adulto, somos los responsables de hacerlo. «Veo que estás muy enfadado».
- Apela al cerebro de tu fin ll. El libro El cerebro del niño del autor Daniel J. Siegel, explica muy bien como hacerlo. Primero hace falta que conectemos con él. Intentar conectar primero con lo que siente con frases como: ¿«Estabas muy enfadado, verdad? Ya ha pasado todo»
- Explícale después cuándo esté más receptivo lo que ha pasado y nombra a los sentimientos. Cuando sus padres actúan como espejo de sus emociones, ayudan al niño a conocerse y a saber cómo se llaman estos estados de ánimo
Los expertos apuntan que es importante durante los primeros años de la vida de un niño hacerle entender que pase lo que pase siempre lo querremos aunque no nos guste su comportamiento o acción en un determinado momento. Eso es la base de una personalidad segura, independiente y con una autoestima capaz de soportar altibajos y adversidades.
Y si estamos en el super, no ceder en nuestro límite por el hecho de haber reventado en un terremoto de emociones. El libro Disciplina sin lagrimas de Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson también amplía este tema para los padres y familias que quieran encontrar más herramientas sobre cómo afrontarlo. Otro libro recomendado para abordar los sentimientos negativos de los niños es Cómo hablar para que los niños escuchen. Y cómo escuchar para que los niños hablen-