El quiosco del Serrallo cambia de propietarios
Matías y Rosa, antiguos propietarios de Cal Matías, dejan atrás una etapa y empiezan otra, lejos de periódicos y chuches
Los padres de Matías decidieron embarcarse en la aventura del quiosco en el año 58. Las personas mayores del Serrallo aseguran que recuerdan a Matías detrás del mostrador desde los seis años. Ahora hace 32 años, él y su mujer decidieron ponerse al frente del negocio. «El quiosco ha sido toda nuestra vida. Nos ha dado muchas satisfacciones, pero ahora ya estamos cansados», explica Matías. El matrimonio ha decidido traspasar el negocio. «Hace muchos años que hacemos lo mismo cada día y sin tener nunca fiesta. Queremos vivir todo lo que no hemos vivido hasta ahora», explican.
ParaMatías era muy importante mantener la esencia del quiosco y quetodo continuara como hasta ahora pero sin él. Y es que el Serrallo no se comprende sin un Cal Matías. El nuevo propietario, Rafel, tiene la intención de continuar tanto con el nombre como con la manera de hacer.
Todos los serrallencs han entrado, como mínimo una vez, en el quiosco del barrio. El amor palpable entre la pareja ha traspasado el ámbito familiar, y se ha visto reflejado detrás del mostrador. Después de tantos años, Matías conoce los nombres de todos los vecinos y el periódicoque se leen, y «eso es una parte muy importante del negocio tradicional y de barrio», explica Matías. Estar al frente del quiosco del Serrallo es especial: siempre entran los mismos, estonos ha permitido conocer a muchas personas y también quererlas,» añade.
Estos últimos meses han sido duros parala pareja. Poco a poco se han despedido de lo que hasta ahora era su vida. ParaMatías, dejar atrás una etapa y empezar otra ha sido un gran esfuerzo, pero con la ayuda de la familia lo ha conseguido. Los más pequeños del barrio, que habitualmente entran a comprarchuchesal quiosco, se despidieron de él de una manera especial. «¿No te veremos más»?, lepreguntaban los niños, con un posado triste. Matías, durante la fiesta que tuvo lugar ayer delante del quiosco, no pudo reprimir las lágrimas de emoción. Nunca más podremos encontrar a Rosa y Matías detrás del mostrador, pero los podremos ver por las calles del Serrallo.