Los 'viejos pescadores' del Serrallo estrenan el Hogar «alternativo»
En el otro espacio municipal había muchas discrepancias entre hombres y mujeres para escoger las actividades
Los viejos pescadores del barrio del Serrallo (como ellos se denominan) «y todos los viejos que no sean pescadores también», como se apresuraba a decir alguno de los vecinos, tienen desde ayer un nuevo local a su disposición. La Cofradía de Pescadores es la propietaria desde hace años de este espacio de dos pisos en la calle Salou del barrio, pero lo había cedido temporalmente a la asociación de vecinos. Una vez la entidad veinal presidida por Ferran Diago se trasladó a un local de la primera planta de la Cofradía, el espacio originario quedó en desuso.
Fueron los hombres mayoresdel barrio, los que pidieron a la Cofradía un nuevo espacio de ocio ya que, desde la inauguración del nuevo Hogar de Jubilados de la calle Espinach, las desavenencias con el grupo de mujeres mayoreshabían estado continúas. Unos querían practicar unas actividades, y otros, otros de tipo bien diferente. «Hombres y mujeres juntos, no ligamos. Allí nos faltaba aire», se apresuraba a repetir ayer Javier Viscarro, presidente de los Armadores y uno de los más activos a la hora de impulsar este hogar de jubilados alternativa al oficial, propiedad del Ayuntamiento de Tarragona.
La idea que tienen ellos es que este nuevo espacio denominado Llar Avi pescador, sea exclusivo para hombres, y que el hogar municipal pase a ser territorio de las féminas. Ellos quieren jugar a cartas y a juegos de mesa, ellas quieren realizar cursillos más tranquilos, sin tanto jaleo. Con todo, ayer, en la inauguración oficial, en la una del mediodía, con las autoridades, también fueron muchas las mujeres del barrio que se quisieron acercar para ver el nuevo espacio. Las tareas de reforma han ido a cargo de la Cofradía, quien encargó repintar todas las paredes, ventanas y puertas, colocar el cartel y adquirir un gran televisor. El presidente de la Cofradía, Esteve Ortiz, brindaba con los contentos inquilinos.
De entre la veintena de asistentes a la inauguración, llamaba la atención la presencia del padre Joaquim Gras, mosén de la iglesia de Sant Pere del Serrallo, quientuvo que salir al acabar la misa en honor de su patrón, rápido y deprisa, con el vestuario eclesial, porque los vecinos le habían pedido expresamente que no faltara, para bendecir el espacio. «Es una cosa que no hace daño a nadie. Todo es para hacer crecer la hermandad y la armonía», explicaba el mosén.