La historia del 'duro' de Tarragona
Durante la Guerra del Francés, la ciudad fabricó una moneda para poder pagar a los obreros de los fuertes
La historia de Tarragona da mucho de sí, aunque, a veces, parece que los únicos antepasados de la ciudad hayan sido los romanos. Tarragona vivió, de primera línea, la Guerra del Francés, el año 1811. Ahora hace cinco años, un grupo de personas, amantes de la historia, decidieron conmemorar el bicentenario de esta guerra. Gracias a eso, los tarraconenses han sido capaces de poner la mirada a un pasado un poco desconocido. Este fin de semana, Projecte Tarragona 1800 celebró la quinta edición de las Jornadas de Divulgación Histórica, y entre muchos actos, Pere Manuel Llorens, historiador por pasión y miembro de la Associació Setge de Tarragona 1811, llevó a cabo una conferencia sobre el duro de Tarragona, documentada a través de escritos de historiadores de la época.
El Fort de l’Oliva, una fortificación que servía para evitar la entrada de las tropas napoleónicas, se empezó a construir el año 1809, pero las obras pararon, ya que era más urgente construir otras fortificaciones. No fue hasta el año 1811, que los trabajos se aceleraron. Por norma general, trabajaban 200 hombres, pero a causa del atraso, se contrataron hasta 800 obreros más. Eso valía un dinero. Para poder pagar los gastos de los trabajadores, se tenía que fabricar una moneda. «Pero había un inconveniente: el territorio no contaba con plata suficiente para poder fundirla y hacer las monedas», explicaba Pere Manuel Llorens, ponente de la conferencia.
En un primer momento, el Ayuntamiento decidió crear una lotería para pagar las obras, pero no fue suficiente. También se intentó cobrar, por adelantado, los alquileres de los pisos, pero tampoco. Finalmente, se decidió recurrir a los habitantes más acomodados. Las señoras cedieron sus joyasy los hombres sus relojes. También la iglesia participó, entregando cálices e imágenes de los santos. De hecho, la Catedral de Tarragona dio joyas de incalculable valor artístico e histórico, como por ejemplo una imagen de Santa Tecla, de un metro de altura.
Una vez obtenida la plata, Josep Batlle, venerado de la parroquia de la Selva del Camp, se hizo cargo de la dirección de la moneda. Era una persona que tenía grandes conocimientos de los métodos para fabricar monedas, y unos meses más tarde, el Ayuntamiento comunicó las características de la moneda. «(...) Duros de plata del valor intrínseco de cinco pesetas que los admitan en pago de cualquier deuda (...)», decía la orden del Ayuntamiento de Tarragona.
Como se fabricó
Con una taladradora se obtenía la pieza redonda de plata de 40 milímetros de diámetro, que se acordonaba con una máquina que recibía el nombre de cerrilla, para evitar falsificaciones. Este artefacto consta de un banco de madera sobre el cual iba montada una placa rectangular de bronce. La pieza metálica tenía unos dientes que movían una rueda y accionando la manivela, se fabricaba el duro. Se han podido determinar un total de ocho variantes del duro de Tarragona y casi todos contaban con el escudo de la ciudad.