Diari Més

Los dos desfibriladores de la vía pública hace más de 3 meses que no estan en su sitio

El Ayuntamiento los retiró en agosto para reforzarlos contra los numerosos actos vandálicos que sufren, pero no han llegado a ser recolocados

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Entre un 15 y un 25% de las paradas cardiorrespiratorias se producen en la vía pública. Cada minuto que el paciente pasa sin ser atendido, disminuyen en un 10% las probabilidades que sobreviva. 10 minutos después del ataque, según los médicos consultados, salir con vida ya es difícil. De aquí la vital importancia de tener a mano un desfibrilador externo automático. Un elemento, que gracias a la falta de civismo de algunos ciudadanos y a la falta de rapidez en la reposición por parte del Ayuntamiento, brilla por su ausencia ahora mismo en las calles de Tarragona.

Los dos aparatos instalados a mediados del 2015 en la entrada de la estación de autobuses y a la parada del EMT de la calle Colom, ya no están. El Ayuntamiento los retiró la primera semana de este último mes de agosto con el fin de reforzar la estructura de sujeción de las dos unidades, después de las numerosas patadas y golpes, que ciudadanos sin educación ni escrúpulos les habían estado propinando continuamente.

La idea, según explicó entonces el consistorio a Diari Més, era recolocarlos en cuestión de pocos días. Pero las promesas se las lleva el viento, y más de tres meses después, ninguno de los dos desfibriladores ha vuelto a su espacio, según confirmaron trabajadores del EMT, la empresa pública que se hace cargo de los aparatos. En ambos lugares sólo restan los cables y el consecuente cartel alertando del peligro de electrocución.

Tal es el nivel de desinformación, que ni los mismos vigilantes de la estación de autobuses, los que siempre se habían encargado de alertar ante cualquier avería o acto vandálico de las máquinas, saben qué ha sido de los desfibriladores, y si los aparatos volverán a su lugar pronto.

Una nefasta vida útil

El desfibrilador de la estación había sufrido en un año pequeños destrozos ocasionados por los adolescentes de entre 16 y 18 años que se agrupan en este entorno –patadas y la ruptura de la puerta del aparato–, pero también un gran acto de incivismo: una mujer con una crisis nerviosa, al discutir con su pareja, acabó partiendo el aparato por la mitad. Se cargó 1.500 euros en un momento. Después de este hecho, el espacio estuvo varios meses sin ningún desfibrilador, hasta julio.

Por su parte, el punto cardioprotegido de Colón había sufrido, si es posible, todavía peor fortuna: cuando sólo hacía dos meses que estaba instalado, un joven propició varios golpes de martillo en el aparato y en los cristales de la marquesina. Una vez superado este episodio, el nuevo desfibrilador tampoco duró demasiado más tiempo, este último abril fue robado. Transcurridos unos meses, se colocó uno nuevo.

Hay, pero no en la calle

Aunque en la vía pública ahora mismo no hay los desfibriladores, son muchas las instalaciones de titularidad pública y privada de la ciudad que disponen de un aparato. Todos los CAP tienen, igual que los centros de la URV, los pabellones deportivos y las piscinas municipales. Además, la mayoría de clubs de fútbol y de baloncesto también disponen de uno, como también los diversos aparcamientos municipales. Aparte, dos de los vehículos en cámara incorporada que ponen multas en las zonas de estacionamiento regulado, también tienen. Con respecto a las tiendas, los dos centros comerciales poseen desfibrilador, y en las Gabarras incluso hay dos establecimientos de bricolaje que cuentan con esta máquina. En total, la ciudad cuenta con más de una sesentena de desfibriladores, a pesar de que la mayoría, por los horarios de los organismos o empresas donde están, no pueden ofrecer un servicio las 24 horas del día.

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