Diari Més

«Decir buen día, gracias y perdón es prácticamente obligatorio»

El arbocenc vive desde el pasado mes de junio en Alemania, dónde cursa un grado de Formación Profesional Dual de Protección y Seguridad

El joven, de 28 años, actualmente reside en la ciudad de Leipzig.

«Decir buen día, gracias y perdón es prácticamente obligatorio»Cedida

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Albert Palau, de 28 años y de l'Arboç, decidió cambiar el Penedès por la ciudad alemana de Leipzig el pasado mes de junio. Allí ha iniciado una nueva etapa centrada en los estudios del grado de Formación Profesional Dual de Protección y Seguridad.

—¿Cuál fue su primera impresión del país?

—Agradable, me sentí como en casa. Durante el camino del aeropuerto en la residencia dónde pasamos los primeros meses me estuve fijando en el paisaje y parecía que no hubiera salido de Cataluña. Sólo la conversación con el taxista, en alemán, me hacía darme cuenta que no estaba en el mismo lugar que hacía unas horas.

—¿Le resultó complicado adaptarse al nuevo país?

—Complicado no, pero he tenido que hacer varios trámites para cursar la FP Dual y el tema burocrático en alemán resulta laborioso. Aunque es cierto que tenemos mucha ayuda por parte de los gestores del proyecto y somos bastantes los catalanes que formamos parte, cosa que me ha ayudado mucho.

—¿Cuáles son las principales diferencias con Cataluña?

—Los hábitos alimenticios son bastante diferentes, tanto por el horario como por la dieta. Aquí puedes encontrar paradas de Bockwurst, la típica salchicha alemana, prácticamente en todas partes y por un euro o dos puedes hacer comer una para quitarte el hambre.

—¿Cuáles son los lugares más característicos de la ciudad?

—Me gusta mucho un monumento denominado Völkerschlachtdenkmal. Es un edificio histórico con unas esculturas gigantes que resulta muy imponente. También hay muchos parques, es una ciudad muy verde y eso me gusta. También puedes observar edificios modernos, como la universidad, que tiene la fachada hecha de cristal, además del jardín botánico, algunas catedrales o los canales de agua en algunas zonas. Leipzig es una ciudad que vale mucho la pena visitar.

—¿Qué es lo que más le ha chocado de su cultura?

—Las formas tan correctas de la gente cuando se relaciona. Aquí se trata siempre de Usted a los mayores, y decir buen día, gracias y perdón es prácticamente obligatorio.

—¿Le ha pasado algún hecho curioso?

—Aunque no es exclusivo de aquí, me resultó curioso ver cómo la gente va al lago a tomar el sol y bañarse como si se tratara de la playa. También me resultó muy agradable encontrarme a muchos músicos en la calle, cosa que da un ambiente muy agradable a la ciudad.

—¿Cómo se está viviendo allí la crisis?

—Como en todas partes hay de todo, pero se nota que aquí van más relajados en este aspecto. En Alemania en general la gente tiene un poder adquisitivo mayor. Un signo de eso es la cantidad de coches de calidad que ves por la calle, por ejemplo.

—¿Qué visión tienen los alemanes de los españoles?

—No quiero generalizar, pero con lo que me he encontrado es que aquí español es sinónimo de los tópicos de fiesta, siesta, paella y olé.

—¿Qué costumbre se llevaría?

—No sé si me lo llevaría porque todavía no lo he probado, pero tengo ganas de probar el Glühwein, un vino caliente con especias que suelen tomar por Navidad.

—¿Qué es lo que más añora de Cataluña?

—Familia, amigos y Cataluña en sí misma. Y quizás hacer un buen cortado como Dios manda.

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