«No es fácil ganarse la confianza de un noruego»
El calafellense está viviendo en Trondheim, ciudad donde está cursando un Master de Toxicología Ambiental
Jose Castaño conoció la ciudad noruega de Trondheim cuando fue en diciembre del 2015 para realizar las prácticas de final de grado de Biología que estudió en la Universidad de Barcelona. Contento con la experiencia, este agosto ha vuelto para realizar el Master de Toxicología Ambiental.
—-Cuál fue su primera impresión de Noruega?
— Quedé impresionado con los paisajes durante el aterrizaje. Es lo que primero te entra por los ojos. Tuve la sensación de haber llegado a un lugar con muchas cosas nuevas por descubrir.
— Te resultó complicado adaptarte al nuevo país?
— Fue bastante fácil. Vivir en un ambiente internacional ayuda. Me encontré con muchos estudiantes nuevos de todo el mundo en la misma situación.
—Cuáles son las principales diferencias con Cataluña?
—El clima es diferente, pero te acostumbras. Ahora empieza a hacer frío de verdad y nos llega muy poca luz. Según un dicho noruega ‘no existe el frío, sólo la ropa inadecuada’. El carácter de la gente también es diferente. Los noruegos son independientes, tranquilos y reservados -al menos cuándo no beben!. Evitan conflictos y discusiones, y raramente suben el tono de voz. En eso también te acabas acostumbrando. A los precios de todo, sin embargo, sí que cuesta acostumbrarse. La vida en Noruega es bastante más cara, y es imposible seguir el ritmo de los noruegs sin tener un sueldo noruego.
—-Cuáles son los lugares más característicos de la ciudad?
—-Trondheim es una ciudad pequeña, pero activa y con cosas para hacer y ver. La catedral luterana de Nidaros es el monumento más emblemático de la ciudad. El puente viejo que cruza el río Nidelva, con vistas en las casas típicas de madera y colores, es el lugar donde los turistas se hacen las fotos. La fortaleza de Kristiansen queda en una cima y ofrece buenas vistas de la ciudad y los alrededores. Bymarka es el bosque donde la gente de Trondheim va a caminar los fines de semana, a bañarse en los lagos en verano o a hacer esquí de fondo en invierno. En la torre de Thyolt (124 m), que tiene un restaurante giratorio en la punta, se puede cenar pizza a un precio razonable.
—-Qué es lo que más le ha chocado de su cultura?
—Las peculiaridades de las relaciones sociales. Con el tiempo te acostumbras a no sentirte mal cuando un noruego decide marcharse sin despedirse, o a reírle las gracias al compañero noruego que no calla cuándo va borracho pero que te ignora en el autobús el lunes siguiente para evitar la incomodidad de hablar unos minutos. ¡No es fácil ganarse la confianza de un noruego, pero muchos tienen encanto cuando pierden la vergüenza!
—-Le ha pasado algún hecho curioso?
— Al principio pensaba que muchos hombres noruegos sufrían problemas de salud bucal importantes, hasta que alguien me explicó que la mancha negra de las encías era løssnus, el peculiar sustituto noruego del tabaco de fumar.
—-Cómo se está viviendo la crisis en Noruega?
—La economía de Noruega depende en buena parte del petróleo y del gas, que no están en su mejor momento. No obstante, el país se mantiene en unos niveles de paro bastante aceptables (en torno al 5%) en comparación con los países del sur de Europa.
—-Qué visión tienen de los españoles?
—Muchos están interesados en nuestra cultura. El español se estudia a los institutos y bastantes noruegos pasan las vacaciones en nuestro país. Lo que más triunfa sigue siendo la paella, la playa, la sangría y el flamenco. ¡Todavía queda mucho trabajo por hacer!
—-Qué costumbre se llevaría?
—Me llevaría muchas cosas. El amor y el respeto por la naturaleza, la seguridad en las calles, la honestidad de la gente, la organización y la puntualidad del transporte público, el sistema educativo y el cortador de queso.
—-Qué es lo que más añora de Cataluña?
—Sobre todo mi gente, la buena comida y el Sol! Vivir lejos de casa me ha hecho entender que, aunque podemos aprender de los noruegos en muchos aspectos, también tenemos muchas cosas de las cuales nos tenemos que sentir orgullosos y estar contentos.