La pedrera romana de las Cuevas del Llorito, desprotegida y abandonada
La ausencia de señalización dificulta el acceso a un recinto que merece ser reivindicado como espacio monumental de Tàrraco
Las Coves del Llorito constituyen alguna cosa más que un espacio natural. De hecho, son el resultado de la acción humana y, más importante todavía, conforman una de las pedreras de época romana más espectaculares de Tarragona por el hecho de ser subterránea, a la vez que desconocidas. En las diversas cavidades se aprecian a la perfección trazos del trabajo realizado por los picapedreros para la extracción de sillares. Algunas de las piezas preparadas para ser trasladadas en la ciudad de Tàrraco se tumban repartidas por el suelo, rodeadas de botellas de plástico y papeles. El estado de abandono es absoluto y el espacio monumental está desprotegido. La pedrera está oculta entre la mala hierba y su acceso sólo es posible a personas buenas conocedoras de la zona y de su ubicación por falta de señalización.
Desde uno de los laterales del Camino del Llorito arrancan dos estrechos senderos que conducen hasta estos restos de época romana, merecedoras de un mayor reconocimiento como uno de los monumentos más notables de Tàrraco por sus características. Marcos Vitruvi, arquitecto e ingeniero del siglo I a. de C., ya se refería a la existencia de pedreras subterráneas como la del Llorito. Lejos de recibir una significación más destacada, la pedrera romana sufre un deterioro que se hace del todo evidente cuando se accede a su interior. La suciedad y las pintadas hechas en la roca sobresalen por encima de aspectos orográficos y marcas dejadas por la intervención del hombre.
Hay que decir que la conocida como Cova Gran hace 25 metros de ancha, 35 de fondo y 12 de alto. Estas medidas son similares a la de otra de las cuevas, de 35 metros de ancha, 28 de profundidad y 6 de altura. Además, en alguna de las cavidades aparecen columnas hechas por los picapedreros para evitar hundimientos. El conjunto, formado por varias cuevas, queda escondido por la acción de la naturaleza y la ausencia de señales que informen de su presencia.