«Hay escuelas católicas con maestros musulmanes y no hay ningún conflicto»
El misionero gerundense afirma que «diría cosas muy gruesas» de Donald Trump y cree que el presidente de los Estados Unidos puede «acabar mal»
Josep Frigola ha sido misionero de los Padres Blancs durante cincuenta años en dos de los países africanos más pobres del mundo: Burkina Faso y Níger. Nacido en Ventalló (el Alt Empordà) en 1941, el mes de mayo del 2016 retornó a tierras gerundenses para explicar su actividad vital y la dio a conocer. El pasado martes, Frigola participó en la presentación de la 58ª campaña de Manos Unidas en Tarragona, donde pronunció la conferencia 'El mundo no necesita más comida, necesita a más gente comprometida'. La experiencia no lo hace dudar a la hora de preguntarse cómo los ciudadanos de los Estados Unidos han podido votar a un presidente como Donald Trump. Ha vivido en países de mayoría musulmana. «Cuando bajas a niveles normales, sin política ni idiologia, todo se puede hacer, todo es normal».
—¿Cómo resume la experiencia vital de cincuenta años en el África?
—Ha sido toda una vida, con diferentes fases que me han marcado y me han hecho cambiar la visión de las cosas. Me ha enriquecido. Tengo materia para hablar de todo. He podido vivir en países muy diferentes y en varias etnias. Ha sido un recorrido largo y muy enriquecedor.
—¿Cómo evolucionó desde la llegada a Burkina Faso en 1965?
—Me marché con unas convicciones vocacionales y religiosas, con la perspectiva de ir a misiones a anunciar el Evangelio. Encontré una comunidad humana diversa, a veces favorable y otros no. Todas las comunidades son importantes. Cambia mucho la relación con la gente. Ahora vuelvo a las raíces y, desde la Diócesis de Gerona, hablar de mi testimonio. No hablemos sólo de leones y jirafas, también de personas como los inmigrantes y de cómo tú lo vives.
—¿El cambio de vivir tantos años en el África a hacerlo en Cataluña, como lo asume?
— No ha sido un cambio brusco. Me he reencontrado con mis raíces, con aquello que siempre he sido. Considero acabada mi etapa en el África. Ha estado para|por una cuestión de edad. Hay una ruptura de lugar|sitio; no de vocación.
—Déjeme que vuelva a otra actualidad. ¿Qué piensa Donald Trump y su política?
—Diría cosas muy gruesas. Todavía no puedo creer que los americanos hayan podido votar a una persona como esta. Pienso que acabará mal. Visto desde el África, desde la gente pobre que ahora me encuentro aquí, la situación actual es aberrante. ¿Como un mundo de este tipo nos puede gobernar? Acuso a un poco, sólo un poco, en el pueblo americano porque ellos pueden votar y decidieron votarlo a él. Me pregunto qué fuerza tiene nuestro voto y cómo se pueden hacer cosas en contra de una sociedad que defiende los derechos humanos, unos derechos que ahora pueden quedar encallados.
—Volvemos a su etapa de misionero. Llámeseme alguna acción que pudo llevar a cabo gracias al apoyo|soporte de Manos Unidas.
—Por ejemplo, un espacio con una sala de conferencias y una biblioteca. Nos preocupa la cultura de la gente.
—¿Cómo convive un cristiano como Usted con una sociedad mayoritariamente musulmana?
—Nosotros no vamos por una cuestión de religión y sí con una visión integradora. Nos interesa la vida de las personas. Es bonito vivirlo muy juntos. La culturización, que es un valor evangélico, lo acapara todo. Es importante compenetrarse tu vida de fe con el respeto al otro. No miremos si las personas son cristianas, musulmanas o de religiones tradicionales. Lo importante es hacer las cosas bien y ser competentes. Queremos ayudar a la gente y hacerlo con honradez. En las misiones, hay escuelas católicas con maestros musulmanes y no hay ningún conflicto: no se hace catecismo ni es una escuela corànica.
—En Níger quemaron instalaciones cristianas en el 2015.
—Sí. Las sufrimos. Fueron acciones de Boko Haram. Quemaron todo lo que fuera occidental y nos tocó de bien cerca. Cuando bajas a nivel normal, sin política ni ideologia, todo se puede hacer. Yo siempre he intentado evitar entrar en según qué temas de convicciones. No se tiene que discutir y sí trabajar juntos y darnos las manos. Juntos tenemos más fuerza, por ejemplo a la hora de educar, alfabetizar o haciendo un pozo de agua, tan necesarios en los dos países donde he estado.