El acusado del crimen de Montblanc niega los hechos y se aferra a su adicción en el alcohol y la cocaína
«Por desgracia no puedo saber qué pasó con Sara, lo juro», declara Jaume Solsona, al cual mantiene que dejó la víctima en la Cueva después de una noche de fiesta con ella
El acusado del crimen de Montblanc ha negado los hechos y se ha aferrado a su adicción al alcohol y la cocaína y a problemas psíquicos. Jaume Solsona ha declarado este miércoles por la mañana por la muerte de la montblanquina Sara Lozano en el juicio con jurado popular que se celebra en la Audiencia de Tarragona. El cuerpo apareció medio calcinado, en octubre del 2014, en un campo de almendros que había sido propiedad de la familia del acusado. Este ha negado conocer el terreno, contradiciendo el escrito del fiscal, según el cual el acusado visitaba la parcela con frecuencia. Solsona mantiene que dejó la víctima en l'Espluga de Francolí y que ella quiso bajar de su vehículo de forma precipitada, después de una noche juntos por varios locales nocturnos. En el momento de entrar en los juzgados, una cuarentena de personas concentradas en un acto convocado por la familia de la víctima han regañado al acusado -que se encuentra en libertad bajo fianza.
Con gritos de 'justicia para Sara' y 'confesa', el único acusado por el crimen de Montblanc, cometido la noche del 24 al 25 de octubre del 2014, Jaume Solsona, ha entrado este miércoles a primera hora con actitud confiada en la Audiencia de Tarragona, donde se lo juzga por el asesinato de la montblanquina, de 37 años de edad. El acusado, que entonces tenía 27, ha reconocido que mantenía una relación de amistad con la víctima, de verse por Montblanc, y lo ha descrito como una chica «alegre» y «simpática».
A las preguntas del fiscal, Solsona ha repasado la noche de los hechos y ha asegurado que, después de beber varias cervezas en los pubs Lennon de Montblanc i Xenon de l'Espluga, la víctima y el acusado se marcharon en coche para volver juntos hacia Montblanc, pero que ella, alrededor de la una y cuarto de la madrugada -durante el juicio se había apuntado que podría haber sido más tarde-, en un punto concreto de l'Espluga, de repente «cambió de idea» y quiso bajar precipitadamente de su vehículo.
«Me mandó a hacer puñetas», ha dicho el acusado, el cual ha «supuesto» que la chica quería ir a sacar dinero de un cajero -si bien realmente no le dio ninguna explicación de este cambio de idea-, después de haberlo mencionado un par de veces mientras estaban en la discoteca Xenon. A partir de aquí, Solsona se ha lamentado de que «ojalá lo hubiera parado porque igual esta desgracia» no habría «pasado». «I yo quien soy para obligar a alguien a quedarse en mi lado... yo no soy nadie», ha añadido el acusado.
Según Solsona, él y la víctima se enredaron de camino en la discoteca, pero la relación no se consumó por los problemas de impotencia que sufre. También ha negado que el envoltorio de un preservativo encontrado en el lugar del crimen fuera suyo, así como tampoco un folletín publicitario de un taller mecánico de Móra. Sobre el hallazgo de una pieza de un mechero 'Buff', ha remarcado que regalan en los estancos de Montblanc -si bien la propietaria de uno de ellos, durante su declaración, lo negó.
En relación a la reconstrucción del crimen a la cual asistió como detenido con los Mossos, Solsona ha desmentido que señalara la finca antes de llegar, como algunos agentes apuntaron durante el juicio, y que cuando la familia se la vendió, él sólo tenía 6 años. También ha añadido que, de vuelta en Montblanc, pasó por la casa de los padres y, al no ver luces encendidas, optó por pasar la noche en la ermita de Sant Josep, donde hizo noche, después de quedarse «frito» en el coche.
El procesado ha respondido al hecho de que borrara el historial con las consultas a Internet en noticias sobre la desaparición y muerte de Sara, a través de su móvil, y lo ha atribuido a una acción que hacía cotidianamente -una vez cada dos o tres meses- para limpiar su terminal. «Ahora por ejemplo hace tiempo que ya no borro nada, ya no sé qué hacer con mi vida, así de claro», se ha lamentado Solsona. El acusado ha reiterado que sufre depresión, paranoia, y otras patologías que lo obligan a medicarse.
De hecho, ha asegurado que, sin medicación, no se habría podido someter a la declaración de este miércoles. Solsona ha recordado un episodio de su infancia, cuando una profesora lo tuvo que ligar con la cuerda de saltar de las niñas porque veía una mosca e iba detrás. «Perdía la atención constantemente», ha afirmado. El acusado ha insistido en las recaídas y el consumo estropeado de alcohol -una ingesta de 10 medias o consumiciones, o superior-, hasta el punto de «perder la cuenta».
A partir de aquí, ha reprochado que se lo mantuviera sin medicación al ser detenido y ha criticado el procedimiento policial. Ha cuestionado el registro en la casa familiar y el traslado en vehículo, «intimidado», durante la reconstrucción a pesar de, según ha dicho, su predisposición para facilitar la investigación. «Tenía los nervios a flor de piel, estaba irascible, y ver la cara de los padres y yo esposado, se me vino el mundo al suelo; ya es lo último que les faltaba que les hiciera yo; pero de hacer, no he hecho nada», ha dicho.
A preguntas del jurado popular, Solsona ha asegurado que la noche del crimen no consumió nada de cocaína. También se ha referido al chaleco que llevaba aquella noche y que los mossos no se la llevaron para analizar. El acusado -que ha estado 1 año y 7 meses en prisión preventiva, y se encuentra en libertad provisional desde el julio pasado después de pagar una fianza de 30.000 euros- se enfrenta a 20 años de prisión. Es la pena que piden fiscalía y acusación particular, mientras la defensa pide la absolución. Este jueves está previsto que las partes presenten las conclusiones finales y el caso ya quedará visto por veredicto del jurado popular.