Un arqueólogo discrepa sobre la càvea metálica que se pondrá en el Teatro

No todo el mundo está de acuerdo con instalar una cavea metálica de grandes dimensiones encima de las gradas del Teatro de Tarraco ni de dar un protagonismo menor a los hallazgos conocidos y que explican parte de la zona portuaria de la ciudad romana. Éste es el caso del arqueólogo Josep Maria Macias, estudioso del ámbito portuario de hace 2000 años, persona que conoce en profundidad el subsuelo de la ciudad y profesional del Institut Català d'Arqueologia Clàssica. En un artículo, escrito a título particular, pone en cuestión el proyecto museográfico del recinto que contiene el Teatro y otros elementos más antiguos de Tarraco.

El arqueólogo afirma que «hasta hoy, la Generalitat, a través de su Museu Nacional Arqueològic de Tarragona, no considera oportuna la realización de un proyecto científico estable que garantice un conocimiento fiable y preciso de la evolución histórica de este lugar de la ciudad». Añade que «en nuestro colectivo todo el mundo sabe que el Teatro es un yacimiento arqueológico no agotado» y recuerda que «un artículo del año 1983 ya exponía la existencia de vestigios históricos anteriores a la construcción del recinto teatral, una realidad que también se reconocía en el dossier de la candidatura de la Unesco presentada el año 2000 en Cairns (Australia).»

Macias comenta en el artículo que «a pesar de todo este conocimiento científico previo, alguien de la dirección General del Patrimoni Cultural del Departament de Cultura de la Generalitat ha tenido la brillante idea de promover un proyecto arquitectónico complejo que superpone una estructura metálica de altura considerable que, inevitablemente, fomenta micropilotajes dentro de un área arqueológica. Además, se ha hecho el estudio y la redacción del proyecto técnico antes de tener la zona afectada íntegramente excavada». «Para acabar de arreglarlo –añade–, la excavación efectuada sólo se ha ceñido a la idea de edificación del proyecto metálico», en el cual Macias se refiere con las palabras «palomar metálico», y remarca que «aquello que hace único este espacio es la posibilidad de explicar lo que creo que es la única zona portuaria tardorepublicana conservada en la Hispania mediterránea». «Evidentemente, la proyección de la estructura metálica no está sincronizada con los resultados definitivos de la excavación arqueológica», remarca.

Macias recuerda en su artículo que «a inicios del siglo XX el Ayuntamiento de Tarragona decidió sacar las construcciones anexas a la iglesia románica de Santa Maria del Miracle, ubicada en el interior del Anfiteatro y con una primera referencia histórica: la bula del papa Anastasi IV del año 1154. El propósito era mejorar la visibilidad del templo medieval y el resultado fue, en 1915, el hundimiento de buena parte de su estructura. Poco después, el mismo Ayuntamiento destruyó los restos de las cubiertas a fin de que nadie se hiciera daño. No tengo presente, en todo el Mediterráneo, ningún Anfiteatro con una Basílica tardoantigua en su arena y, todavía menos con una segunda de altmedieval. A pesar de eso, el discurso oficial, tan el del marketing como el museográfico, destaca de forma simplista el Anfiteatro romano». Según su opinión, ahora se quiere hacer alguna cosa similar con el Teatro y la zona portuaria.

Por último, Macias lamenta que «en este proyecto el Ayuntamiento no está y ni se lo espera. Y este es otro problema. No se puede compartimentar la gestión de Tarraco de acuerdo con criterios competenciales».