Los tarraconenses ponen uno excelente a la remodelación del edificio

Desde primera hora de la mañana, los tarraconenses hacían cola para poder entrar en el nuevo Mercado Central. Estaban impacientes. Diez minutos después de la apertura de puertas, no cabía ni un alfiler en el interior del edificio. Algunos hacían fotografías con el móvil, de otros, enseguida sacaron la lista de la compra y se pusieron a ello. Todo el mundo estaba encantado. «Es espectacular, la decoración está muy acertada», decía Puri Esteve. En cada una de las columnas del edificio se podía ver un lazo gigante con la bandera de Tarragona y globos dorados con el logotipo del Mercado.

Por otra parte, la mayoría de los presentes aseguraban que «el interior del edificio es un poco oscuro, aunque las paradas están muy bien iluminadas», decían Joan Ferré y Maria Teresa Caballé, un matrimonio que compra habitualmente en el Mercado Central. Isabel Campaña y Lumi Portilla explicaban, mientras tomaban una Coca-Cola en uno de los bares del recinto, que «sólo pedimos que nos hagan un buen precio y que, cada vez que vengamos, podamos vivir una experiencia». Arnau Curto y Robert Hol acompañaron a su abuela, Mercè Montserrat, a descubrir el nuevo equipamiento. «Es un mercado moderno por debajo y antiguo por arriba», decía uno de los nietos, mientras la abuela decía, bromeando, «seguro que a los de Reus no les gusta».

Durante toda la mañana, un grupo de animación teatral sacó una sonrisa a los presentes. Uno de los actores encarnaba la figura del alcalde de 1915, año en que se inauguró el edificio modernista del Mercado.