Tarragona embotella agua del grifo para motivar su consumo

El Ayuntamiento de Tarragona embotella el agua de boca con el fin de poder dar respuesta en casos de avería y emergencias, sin embargo, sobre todo, para promocionar su consumo, en una iniciativa que se considera pionera en Cataluña. Según una encuesta de la misma empresa municipal de aguas de Tarragona, Ematsa, sólo un 9% de la población bebe agua del grifo, pero por otra parte, casi un 40% opta por jarras de filtraje. Aplicando un sistema similar, pero a gran escala, el laboratorio de Ematsa acaba de estrenar una planta embotelladora que depura el agua del cloro, con una capacidad de producción de hasta 400 botellas/ hora. Las botellas, de 0,5 y 2 litros, debidamente etiquetadas, serán gratuitas y se distribuirán a clientes afectados por cortes de suministro de agua de larga duración, así como también en acontecimientos deportivos, con el fin de promocionar el consumo del agua del grifo.

Ematsa es la primera empresa de aguas en Cataluña a tener una planta embotelladora de estas características y con esta finalidad. En España existe en Madrid (Canal Isabel II) y en Aguas de Valladolid. Asimismo, la contratación del personal que hará funcionar la planta embotelladora será a través de un contrato reservado en empresas que trabajen con personas con dificultad de inserción laboral. La primera que asumirá esta tarea es Topromi. Por otra parte, este agua cumple con los requisitos técnicos y sanitarios del Departament de Salut de la Generalitat.

Predicando con el ejemplo, en los plenarios y despachos del Ayuntamiento de Tarragona ya sólo se puede encontrar este agua del grifo, envasada en las instalaciones de Ematsa. Se estima que en un año harán falta unas 12.000 botellas de 2 litros para cubrir las necesidades de abonados que sufran cortes de suministro largos, ya sean planificados o por una emergencia imprevista. Aparte de cubrir este servicio básico, pero, el Ayuntamiento busca convencer una población tradicionalmente poco acostumbrada a beber del grifo. La proximidad con el mar, y años de convivencia con una agua dura de sabor salado, han acabado haciendo que más del 50% de la población prefiera comprar agua mineral embotellada.