«Los Xhosa consultan los antepasados cuando tienen que tomar una decisión»
El joven decidió marcharse a Sudáfrica para hacer de cooperante, primero haciendo de profesor y después colaborando en la construcción de una escuela
Gerard Galofré, de Bellvei (Baix Penedès), siempre ha sido un culo inquieto. Con 23 años ha vivido en lugares tan diferentes de Cataluña como China o Indonesia. Su última aventura: hacer de cooperante enSudáfrica. En primer lugar estuvo dos meses haciendo de profesor en Ngcizele, un poblado rural. Ahora se encuentra en la ciudad de PortElizabeth, donde colabora en la construcción de una escuela en uno de los townships, barrios a las afueras creados para aglutinar a todo el mundo que no fuera blanco durante el Apartheid.
—¿Cuál fue la primera impresión que tuvo al llegar?
—Al llegar a Johannesburg y dar una vuelta por el centro lo primero que noté es que era la única persona blanca. Me hizo sentir incómodo conmigo mismo, no me gustó sentirme diferente por el hecho de tener un color de piel diferente al resto. Eso me hizo reflexionar muchísimo. Fueron unas primeras horas intensas.
—¿Hay contradicciones dentro del mismo país?
—Más que contradicciones, Sudáfrica es un país con tantísimas culturas, lenguas y tradiciones diferentes que nunca encontrarás dos lugares iguales. La seguridad también juega un papel muy importante. Ngcizele es un lugar rural, aislado de toda modernidad. La gente es sencilla, honesta, arraigada a sus costumbres. Éramos cuatro blancos integrados en la comunidad negra Xhosa. Port Elizabeth es todo el contrario, es una ciudad grande, vivimos en un área denominada «segura» porque allí sólo viven blancos. Me da miedo andar solo por la calle y a partir de las seis y media no salgo de casa si no es en coche. Tres o cuatro puertas cerradas bajo llave me separan de la calle. Nos han robado el coche y me intentaron atracar en un parque. A partir de entonces vi que tenía que estar alerta en todo momento.
—¿Qué es lo que más le ha chocado de su cultura?
—He estado muy en contacto con la cultura Xhosa, originariamente de la zona de Transkai. Es una cultura muy rica que, a pesar de haberse actualizado mucho en los últimos años, todavía conserva unos valores y tradiciones muy arraigados. Lo que más me ha sorprendido es como de supersticiosos suelen ser los Xhosa. Cuando se tiene que tomar una decisión importante consultan a los antepasados, y las Sangomes (curanderas) tienen un papel clave en el día a día de la comunidad.
—Hasta 1992, Sudáfrica practicaba un régimen de segregación racial. ¿Eso todavía se nota de alguna manera en el país?
—Totalmente. Es una de las cosas que me ha impactado más. Es tan reciente que no ha pasado el tiempo necesario para acabar con la segregación. Se nota casi en todos los sitios. Desde las diferentes barriadas, hasta el supermercado y en las escuelas. No se ven muchos grupos mezclados de personas blancas con las que no lo son y la riqueza está en manos de los blancos.
—¿Le ha pasado algún hecho curioso durante su estancia?
—Me llevo muchísimas anécdotas. Fue curioso cuando estaba en Ngcizele y hubo una sequía a nivel nacional bastante importante. Como teníamos que guardar la poca agua que teníamos para beber y cocinar, no nos pudimos duchar durante dos semanas.
—¿Qué costumbre se llevaría?
—Me gusta que en la tradición Xhosa, cuando conoces a alguien o te saluda un conocido, te coge de la mano y no te suelta hasta que acabáis de hablar. Así intentan mantener una conexión física constante, afección y respeto.
—¿Qué es lo que más añora de Cataluña?
—Poder salir de casa a dar una vuelta sin ninguna preocupación. La comida, claro. Y también el hecho de no necesitar coche en la ciudad.
—¿Cómo valora la experiencia?
—Como un aprendizaje muy positivo para mi crecimiento personal. He conocido personas magníficas y he aprendido a valorar muchos detalles cotidianos a los que a menudo no damos importancia.