«El Viña-Rock no está preparado para recibir personas con parálisis cerebral»

Un usuario del Centro de Parálisis Cerebral La Muntanyeta de Tarragona, Adrià Abadia, asistió este pasado fin de semana en el festival de música Viña-Rock, que se celebra en Villarrobledo (Albacete) y acoge, año tras año, cerca de 200.000 personas. Tanto Adrià Abadía como el amigo que lo acompañaba, David Borràs, aseguran que «el Viña-Rock no está preparado para recibir personas con parálisis cerebral o problemas de movilidad».

Según explica Borràs, «avisamos a los organizadores del acontecimiento de que iríamos con una antelación de casi cinco meses». Borràs, que también es trabajador de La Muntanyeta, asegura que «la respuesta del Viña-Rock vía e-mail fue muy buena, pero cuando llegamos allí no había nada de lo que nos habían prometido». Según detallaba Borràs, «en el mensaje nos aseguraban que tendríamos una zona de parking reservada, que el responsable del camping nos reservaría una zona de acampada habilitada con lavabos y duchas al lado, y que esta misma persona nos dejaría cargar la silla eléctrica en su casita».

Por sorpresa de Borràs y Abadía, cuando llegaron el pasado jueves al festival, nadie conocía la figura del responsable de camping. Según expresan ambos, «nos dijeron que nos espabiláramos y que lo hiciéramos como pudiéramos para estar bien, porque la zona habilitada estaba completamente llena». Finalmente acamparon en otra zona que no estaba habilitada y que tenía las duchas además de 500 metros, a las cuales se llegaba por un camino. Aseguran que las dificultades por moverse dentro del recinto de camping y conciertos fueron constantes, y además con el añadido de la lluvia y el barro, un hàndicap que lo hacía todo más difícil. Borràs expresa que «trabajamos para buscar la normalización con las personas con limitaciones físicas, con sentido común, pero no nos lo han puesto nada fácil».

«Tú quieres ir con una persona que amas y con la que compartes una amistad para cumplir sus expectativas de ocio y diversión, sin nada a cambio, pero la sociedad y la gente que tiene que tomar decisiones para favorecer la accesibilidad no lo hace», critica. Según dice, «las facilidades están muy lejos de la realidad cuando las condiciones son adversas, y simples acciones como reservar una zona adaptada o garantizar los mínimos de las necesidades básicas tendrían que ser un derecho universal». Aunque gracias a la ayuda de sus amigos y la buena voluntad de todos la estancia en el festival fue menos horrible de lo que podría haber sido, Borràs reconoce que «en situaciones así, cuando nadie te ayuda, todo se convierte en una batalla y una súplica constante. Estás cargando con una mochila de injusticias y dificultades creada por todo el mundo».