La Protectora recibe un alud|avalancha de cachorros abandonados desde abril
Han llegado 52 crías de gato en dos meses y más de 40 perros recién nacidos en 25 días, muchos en un estado preocupante
Año tras año se repite la misma situación con la llegada de la primavera: ciudadanos que tienen perras y gatas embarazadas en casa y que se libran antes o después de parir para no tener que hacer frente a la nueva responsabilidad. La Protectora de Animales de Tarragona tiene que asumir entre abril, mayo y junio una ingente cantidad de recién llegados, que aparecen en cajas cerca de las islas de contenedores de la ciudad. Lo más terrible es que, a veces, los encuentran incluso en su interior, como un desperdicio más, desorientados en la vía pública o bien en la puerta de sus instalaciones situadas en el polígono Riu Clar.
Este año, la situación ha ido todavía más allá, según explica la responsable de los perros de la entidad, Pruden Benavente: «Especialmente este mayo está siendo terrible, en lo que llevamos de mes, hemos acogido a más de 40 cachorros». Eso se traduce en un incremento de cerca del 20 por ciento con respecto al mismo periodo del 2016.
Con respecto a los gatos recién nacidos, desde abril se han acogido un total de 52 ejemplares. De estos, 21 llegaron sin la madre –además en una caja y dejados a su suerte– y otros 31 lo hacían, afortunadamente con su progenitora –o bien la gata fue abandonada a punto de parir o bien se dejó a la adulta junto con los pequeños. «Con respecto a otros años hemos recibido más ventradas acompañadas de la madre, lo que, a nosotros, nos facilita las cosas, ya que ellos pueden nutrirse y reciben su protección y cuidado,» expone a Roser Sentís, responsable de los felinos en la Protectora.
Hipotérmicos y con el cordón
Preocupa a los voluntarios especialmente el lamentable estado en el cual llegan muchas de estas ventradas de perros y gatos: desnutridos, con hipotermia, enfermos o con el cordón colgando. Los miembros de la Protectora se desviven para sacarlos a todos adelante –sea con su atención constante o costeándoles el ingreso en clínicas veterinarias–, pero a veces resulta del todo imposible. De esta cincuentena de gatos anteriormente mencionados, nueve no han podido salir adelante. Las crías necesitan una atención continuada en las primeras horas de vida que, al ser abandonadas a su suerte, obviamente no la reciben. «Nos llegan cajas donde los animales todavía no han ni abierto los ojos», pone de relieve la veterinaria de la Protectora, Lourdes Ripoll.
Además, la responsable de los felinos desmonta la teoría de que los gatos adultos son muy independientes y que, por lo tanto, no tendrán problemas para sacar adelante a las crías en la calle: «No se adaptan, son animales muy emocionales, se deprimen, les bajan las defensas y se acaban poniendo enfermos». Como siempre, desde la Protectora de Tarragona piden a la ciudadanía que, en caso de no querer tener ventradas de gatos o de perros, esterilicen a sus animales de compañía. Aparte, resaltan la necesidad de ponerles el chip.
La historia de Tayson Cerca de un millar de garrapatas adosadas al cuerpo. Puede parecer una exageración en un perro de tamaño medio, pero llegó en estas condiciones y la veterinaria voluntaria de la Protectora, Lourdes Ripoll lo reitera en varias ocasiones. ATayson, el precioso ejemplar mestizo de unos cuatro años que llegó a la entidad el jueves de la última semana, no le valieron ni las pastillas que las matan. Lo tuve que sedar para poder ir sacándole. El pobre iba sangrando a medida que las arrancábamos, se habían introducido incluso en la herida que llevaba. Lo hemos tenido con antibiótico y con una terapia de apoyo», relataba este miércoles la profesional. Aunque ya no tieneni una, el animal –extremadamente tranquilo y afectuoso– todavía presenta las orejas inflamadas. No saben de dónde viene, ni cuál ha sido su vida, pero por las marcas del cuello que todavía ahora presenta, los voluntarios de la Protectora intuyen que Tayson ha estado atado durante mucho tiempo. En los días que lleva en el refugio lo han consentido hasta la extenuación y la recompensa es que, después de una semana, el animal vuelve a sonreír. «Se ha recuperado de la anemia con la cual llegó, la mandíbula ha recuperado color», dice satisfecha.