«Para mí el cambio fue sorprendente, sobre todo que no hubiera noche durante el verano»
Cristina hace un año que vive en un pueblo de 500 habitantes de Noruega y se hizo a la cultura nórdica rápidamente, aprovechando para nutrirse de esta
La salouense Cristina Muñoz Fernández (20 de octubre de 1993) ha sido siempre una joven inquieta. De pequeña hacía vida entre Salou y Vila-seca y enseguida quiso salir a ver mundo. Hizo intercambios con Inglaterra en diferentes ocasiones a la primaria con la Escuela Elisabeth de Salou y disfrutó de una beca Erasmus para marcharse a Dinamarca durante el cuarto año de carrera. Hoy día, trabaja a una residencia geriátrica en un pequeño pueblo del país de los fiordos que se llama Røyrvik.
—Trabajar como enfermera en Noruega es un poco inusual. ¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?
—La verdad es que muy enriquecedora porque estoy conociendo maneras de trabajar diferentes de las que tenemos aquí, pero ahora que lo pienso sí que es inusual.
—Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir en el extranjero?
—Desde siempre he querido conocer otros países y Noruega me brindó esta oportunidad.
—Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Ya había estado previamente en Trondheim, una de las ciudades mayores, y este pequeño pueblo de montaña de menos de 500 habitantes, es el otro extremo.
—Le sorprendió el cambio: ¿cultural, social o climatológico? Parece que le gustan los lugares nórdicos...
—Sí que me gustan. Para mí, el cambio fue sorprendente, sobre todo que no hubiera noche durante los meses de verano, era frustrante para dormirse.
—Cuáles son las principales diferencias entre Røyrvik y su casa?
—La tranquilidad que tienen los vecinos de dejar el coche abierto y no cerrar con llave la casa por la noche y el respeto que tienen entre ellos y hacia la naturaleza que los rodea.
—Y cuáles son los lugares con más encanto de su nueva ciudad de acogida?
—El lago Limingen, el séptimo mayor de Noruega. En dos kilòmetres del pueblo llegas a una playa de agua dulce paradisiaca.
—Cuál es la manera de trabajar de los noruegos en su geriátrico? ¿Las conductas son similares o diferentes de las del Estado español?
—No existe el estrés. La ratio de personal y la buena salud de los usuarios hacen más fácil el trabajo. Hay mucho de compañerismo y entendimiento el trabajo en equipo es esencial para ellos.
—Considera que se nota la crisis económica en Noruega?
—Ellos hablan de crisis y de algunos recortes que han tenido que hacer, pero sinceramente siguen teniendo una buena calidad de vida y nadie ha perdido el trabajo, es más, necesitan gente para trabajar.
—En estos momentos en que las cifras de paro en España no paran de crecer, cree que el país donde vive actualmente es un buen destino para que los más jóvenes puedan buscar y encontrar trabajo?
—Sí, sobre todo por el sector de la enfermería y medicina. De hecho hay muchas empresas que forman a enfermeras de otros países en la lengua noruega para cubrir este sector. Yo quise aprender el idioma antes de ir, no podía concebir ser en un país tratando con enfermos en un hospital o a un centro y saber expresarme con claridad.
—Desde que llegó a Røyrvik le ha pasado alguna situación que no se esperaba o alguna vivencia curiosa o extraña que quiera compartir?
—Me han pasado varias situaciones de que nunca hubiera imaginado, desde asistir a una boda noruega, conocer de cerca la cultura Sami y sus tradiciones (los que conocemos como lapones), hasta encontrarme alces en torno a casa.
—Qué es lo que más echa de menos de casa?
—Las buenas comunicaciones del transporte público y la proximidad entre los pueblos. Para volver a casa (Cataluña) tardo aproximadamente un día entero a causa de las malas combinaciones de tren, bus y aeropuertos.
—Qué hábito del país actual se llevaría hacia Cataluña?
—La conexión con la naturaleza que tienen desde bien pequeños y el gå på tur que son las excursiones que hacen en la montaña incluso después del trabajo.
—Tiene intención de volver pronto o de momento no?
—No tengo fecha de vuelta, pero cuando deje Noruega me gustaría probar otros países, no descarto nada y nunca digo nunca.