Empresarios y deportistas, indignados con el corte|trozo del rompeolas por la llegada de cruceros

La llegada de cruceros al Puerto de Tarragona no ha sido una buena noticia para todo el mundo. Los empresarios del sector del deporte rodado –ciclismo y patinaje– y los amantes del mismo están indignados por el cierre del rompeolas los días que llegan cruceros a la ciudad. El kilómetro cero, epicentro de ciclistas y patinadores, se convierte, cuando la Estación de Cruceros tiene visitantes, en una carretera por la cual sólo circulan autobuses y taxis. Esta medida se tomó por motivos de seguridad, según informaba el Puerto. Sin embargo, sí que está permitida la entrada de gente a pie o corriendo.

Una de las afectadas es Lídia Muntaner, propietaria de la tienda Rollerzone Tarragona. Justo ayer cumplía un año en el Puerto Deportivo, donde llegó para «intentar fomentar los hábitos saludables con clases gratuitas y alquileres de bicicletas y patines muy baratos». Cuando se enteró de que Tarragona recibiría a 40.000 cruceristas este año, pensó que era una gran noticia. «En mi cabeza me imaginé un Puerto Deportivo con mucha gente, dinámico, y con los bares y las terrazas llenas», confesaba. La realidad, sin embargo, ha sido totalmente diferente. «Desde que empezaron a llegar los cruceros, la zona está completamente vacía. Los cruceristas se marchan directamente al centro de la ciudad, y los deportistas ya no se acercan porque ni pueden aparcar ni pueden hacer deporte», explicaba. Esta pasada semana, por ejemplo, el kilómetro cero estuvo cortado entre el jueves y el domingo. «Son los cuatro días más fuertes, y para nosotros es un auténtico desastre», denunciaba Muntané.

Desde el Grupo por una Movilidad Social y Ambientalmente Justa en Tarragona también se sumaban a las críticas de esta medida. Su portavoz, Carlos Alcalde, expresaba que «es una muestra más del funcionamiento de esta ciudad, que prioriza una actividad económica privada por encima del único tramo de carril bici que hay en Tarragona». El Club Ciclista Campclar, en cambio, se resignaba. Su presidente, Diego Boss, expresaba que «no podemos hacer mucha cosa, si lo cierran, nos tendremos que quedar con las ganas», pero reconocía que «es una medida que afecta a bastante gente». De hecho, son muchos los particulares que se acercan a esta zona a practicar deporte, pero también hay algunos clubs (entre ellos el Nàstic) que entrenan el patinaje en el rompeolas.

Por otra parte, los hostelers del Puerto Deportivo tampoco se han beneficiado de la llegada de los cruceristas. El propietario del restaurante Mesón del Mar, por ejemplo, aseguraba que no había tenido ningún cliente procedente del crucero. Sin embargo, reconocía que «nunca llegué a hacerme ilusiones». Alex y Carlos, del bar La Brisa, notaron un aumento de actividad durante las dos primeras semanas, porque los cruceristas cogían el autobús delante de su local. Ahora, sin embargo, lo esperan en las Escaleras Reales, y la zona se ha quedado vacía.