«En el este de Alemania suelen dejarse el cochecito con el bebé fuera de las tiendas»
Este reusense de 34 años estudió Periodismo a la URV y hace dos que vive a Alemania, donde es diseñador gráfico y hace online marketing
—Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?
—A María, mi pareja, le ofrecieron un buen trabajo aquí como investigadora. La idea de vivir una temporada en otro país siempre me había resultado atractiva y para ella era una muy buena oportunidad laboral, así que no tardamos mucho al decidirnos a venir.
—Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Ya había estado unas cuantas veces en Alemania como turista, así que podía intuir más o menos con qué nos encontraríamos. La gran diferencia entre las visitas turísticas y la llegada para quedarse a vivir fue tener que adaptarse al día a día, empezando por todos los trámites burocráticos que nos tocó hacer con el poco alemán que sabíamos, así como amueblar sobre la marcha el piso donde vivimos (ya que aquí casi siempre alquilan los pisos sin muebles, la cocina era una habitación totalmente vacía, ni siquiera había el culote de las bombillas!). Así que al principio fue un poco estresante, pero divertido.
—Cuáles son las principales diferencias entre Jena y su casa?
—Los horarios es la primera diferencia con la que te tropiezas. Se come a las 12 y a las 6 de la tarde ya hay gente que cena, y las tiendas no cierran nunca al mediodía. ¡Ah, y los sábados por la tarde ya está todo prácticamente cerrado, incluso algunos restaurantes! Pero no tardé mucho a acostumbrarme, se aprovecha mucho más el día. Es más, ahora cuando vuelvo hacia Reus me cuesta seguir los horarios catalanes.
—Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?
—Si alguien viene de visita hay dos elementos que para mí son imprescindibles. Primero, la naturaleza. En Thüringen lo denominan el corazón verde de Alemania, es una zona bastante rural y con mucho de bosque y mucho verde, así que una excursión para perderse por la infinidad de caminos que recorren los bosques es imprescindible.
En segundo lugar, uno de los grandes atractivos de esta zona es conocer la herencia de la antigua RDA: la arquitectura de corte soviético, los memoriales a menudo desmesurados, las ciudades que han quedado medio vacías después de la caída del muro, incluso los vehículos de la época que todavía circulan por la calle, y también los múltiples museos que te explican como era la vida cuándo era un país comunista.
—Desde que llegó ha vivido o le ha pasado algo curioso de que no se hubiera imaginado nunca?
—Más que cosas que me hayan pasado a mí, un par de cosas curiosas que se suelen ver: la primera, que es habitual ver madres y padres que dejan el cochecito con el bebé fuera en la calle mientras están dentro de una tienda comprando, aunque sea en pleno invierno y estemos en 5 bajo cero; y la otra, que hay algunos bares donde todavía se puede fumar, por lo que tengo entendido es una cosa que sólo pasa en el este de Alemania.
—Qué destacaría de la manera de trabajar del país? ¿Las conductas son similares o diferentes a las del Estado español?
-—Por lo que he experimentado y por lo que me explica la gente que conozco aquí, destacaría que se acostumbra a respetar bastante al trabajador, se lo valora más y se preocupan para que esté a gusto en su lugar de trabajo. También me gusta cómo gestionan el tiempo, trabajan las horas justas y a menudo con horarios flexibles, con lo cual disponen de mucho tiempo libre, cosa que me parece vital.
—Cree que el país donde vive actualmente es un buen lugar para que los más jóvenes puedan buscar y encontrar trabajo?
—Aunque la situación es mejor que en España, en el este de Alemania hay más paro que en la parte oeste. Así que aconsejaría que quien quiera venir, eche antes una buena ojeada al mercado laboral alemán, vea qué oportunidades puede tener y estudie alemán para tener un mínimo de nivel con este idioma.