Tarragona 2018
Centenares de personas conocen de primera mano la Anilla Mediterránea
La gran avenida que da al nuevo Palau de Deportes fue el final de etapa de la Vuelta y congregó a unos aficionados que pudieron ver de cerca las obras
Tarragona aprovechó ayer ser final de la cuarta etapa de la Vuelta Ciclista en España para mostrar la Anella Mediterrània y su entorno. El espacio que será el corazón de los Juegos el próximo año recibió centenares de ciudadanos, llegados de varias poblaciones, motivados por el atractivo que supone ver una competición ciclista profesional y una prueba que supondrá el adiós de Alberto Contador. Los aficionados al deporte del ciclismo aprovecharon que la línea de meta estaba situada al final de la larga recta flanqueada por el nuevo pabellón, el antiguo y las piscinas, para familiarizarse con la Anella Mediterrània.
A pesar de la posibilidad de conocer en persona el contenido del recinto deportivo que acogerá parte de las pruebas de los Juegos Tarragona 2018, lo cierto es que la mayoría de las personas consultadas por esta redacción aseguraron que habían acudido a la Anella Mediterrània atraídos por la presencia de la Vuelta, más que para ver la zona deportiva en fase de construcción. De hecho, la llegada de la carrera fue la excusa perfecta para publicitar la Anella por parte del Ayuntamiento, hecho que consiguió de manera satisfactoria. Los presentes pudieron ver las obras ya concluidas desde el exterior y con la molestia que supone una alta concentración de personas. Hay que decir que el flamante Palau d'Esports, no terminado, sólo se podía ver desde el otro lado de una valla de obra y en ningún caso se podía visitar su interior.
Aprovechar la coyuntura
Ramón y Mari, vecinos de Torreforta, comentaron a esta redacción que «venimos a ver la Vuelta y, también, las obras de la Anella Mediterrània». Las mismas palabras utilizó Marino, un italiano residente en Tarragona que iba acompañado de un grupo de amigos de su país. Por su parte, Sergi dijo que espera que las instalaciones deportivas «queden para la ciudad y sean aprovechadas una vez hayan finalizado los Juegos».
En el nutrido grupo de personas que se ubicaron en la recta final de la etapa, donde se disputó un sprint, llamó especialmente la atención poder leer al suelo de la amplia avenida los nombres de las ciudades que han sido suyo y el año que organizaron los Juegos. El panel que informaba a los ciclistas de que se encontraban a doscientos metros de la meta coincidió con Nápoles 1963, y, el de los 150 metros, con Esmirna 1971.
Más de una hora antes de la llegada de los ciclistas, la zona situada más próxima a la meta ya presentaba un buen aspecto. Incluso se situaron personas encima de las pasarelas que cruzan la T-11. A las 16:30 horas, el spiker anunció que los corredores se encontraban en Solivella. Mientras, los aficionados congregados delante de el nuevo Palau de Deportes podía seguir la prueba desde una pantalla gigante. La retransmisión que hizo Televisión Española también sirvió para mostrar a los espectadores imágenes aéreas de la Anella Mediterrània, en las cuales dominaban, de manera especial, la imponente presencia del nuevo pabellón y el lago que se ha construido en el sur de este.
La avenida de la Anella Mediterrània se convirtió en un final inédito de una etapa ciclista y demostró que puede ser un espacio idóneo para futuras ediciones. Los espectadores pudieron disfrutar de una cómoda y privilegiada posición.