Los estudios no verifican si los restos exhumados en la catedral de Tarragona son del obispo Cebrià
Se han iniciado excavaciones en el patio de la Casa dels Concilis, actual sede del Museu Bíblic Tarraconense, donde habría estado el Templo de Augusto
Continúa la incógnita sobre si los restos de san Cebrià, un obispo de Tàrraco de finales del siglo VII, se encuentran en el interior de una pequeña urna funeraria medieval, discretamente ubicada detrás del altar de la catedral de Tarragona. Después de exhumar los restos y de someter algunos fragmentos óseos a la prueba del carbonio-14, sólo se han podido documentar restos de al menos cuatro esqueletos diferentes, que fechan de un periodo anterior al obispo -unos 100 años antes, aproximadamente-.
Aunque la posible presencia de restos del santo continúa encima de la mesa, a estas alturas se descarta volver a abrir la arqueta y encargar más pruebas por su elevado coste económico. Según los expertos del Institut Català d'Arqueologia Clàssica (ICAC) y del Museu Bíblic, que han liderado el proyecto junto con el Arquebisbat de Tarragona, la actuación permite reforzar la idea de que la transformación cristiana de la Part Alta de la ciudad se produjo entre los siglos quinto y sexto.
El estudio antropológico de los restos, que se realizó a finales del año pasado, ha determinado la existencia de al menos cuatro esqueletos diferentes que no están representandos de forma completa -faltan huesos y partes anatómicas. En concreto, según ha adelantado este miércoles el director del Museu Bíblic, Andreu Muñoz, se ha documentado la presencia de un individuo joven, de 24 años como máximo y de sexo indeterminado; de dos individuos adultos de entre 30 y 45 años, uno de sexo masculino y el otro de sexo femenino, y de un individuo adulto, de más de 55 años y de sexo probablemente masculino.
La datación de tres piezas -un fragmento de vértebra de un individuo de edad adelantada y dos molares superiores- remiten a un contexto cronológico amplio de inicios del primer cuarto del siglo V dC a la segunda mitad del siglo VI dC. No se puede identificar con el obispo Cebrià, que vivió a finales del siglo VII dC, un siglo más tarde, pero otros restos sí que podrían coincidir con esta cronología, aunque no se ha podido verificar. La prueba del carbonio-14 ha sido encargada en los laboratorios norteamericanos Beta Analytic de Miami (Florida) y aporta una fiabilidad del 95%.
La cronología que aportan los restos analizados permite pensar que el depósito funerario pertenece en época tardorromana y visigoda. Es verosímil que tenga una estrecha relación con el área funeraria que se generó en la zona de la actual catedral, cuando el área sacra de culto imperial se transformó urbanísticamente en espacio cultural cristiano y en otros usos que todavía se ignoran. Sería coherente pensar, afirman los expertos, que cuando los constructores de la catedral medieval encontraron las inhumaciones del área -posiblemente pertenecientes a la catedral visigótica- localizaran una tumba con lauda y su epitafio fragmentados correspondientes al obispo Cebrià. En el depósito de este entierro se podrían conservar diferentes restos inhumados, cosa frecuente, según los investigadores.
En esta ocasión, la pista que llamaba la atención es el epitafio inscrito en la urna. Se puede leer que está enterrado 'Ciprianus', obispo documentado a finales del siglo VII -participó en dos concilios de Toledo- y que murió en las VIII calendas de mayo -pero no concreta el año. La urna es muy posterior, del XV, cuando un prelado ordenó que se dignificara la tumba, pero el texto presenta formulismos de época antigua, lo cual hace pensar que se habría copiado literalmente de la inscripción de la lápida visigoda original y que, por lo tanto, los restos -o parte de ellos- siempre permanecieron en la catedral.
Todo el ámbito quedó en desuso, durante al menos 300 años, a raíz de la incursión islámica, y el conjunto permaneció abandonado hasta el siglo XII. Pero la inscripción es antigua, con un léxico y una semántica propia de la época visigótica -no medieval-, cosa que invita a pensar, según los expertos, que los constructores medievales se habrían encontrado en la zona una lauda sepulcral con inscripción y que el texto se habría ido transcribiendo a través del tiempo hasta el momento de la dignificación.
El director del Museu Bíblic, Andreu Muñoz, ha reconocido que no se ha encontrado ningún resto correspondiente al obispo Cebrià, pero ha insistido en que «las probabilidades quedan abiertas». Lo más importante, según los investigadores, ha sido poder confirmar que la urna corresponde a un depósito antiguo, de una cronología anterior, y paralela a las transformaciones urbanísticas que se observan en la Part Alta mediante los trabajos arqueológicos.
Adecuación del jardín bíblico
Desde este martes, un equipo dirigido por Josep Maria Macias (ICAC), Andreu Muñoz (MBT/ICAC) e Imma Teixell (ICAC) excava al patio de la Casa dels Concilis de Tarragona, actual sede del Museu Bíblic Tarraconense. Aquí es donde se localiza parte del porticado de cierre de la gran plaza de culto romana del siglo I dC, en el centro de la cual había el templo de Augusto.
Los trabajos pretenden conocer la evolución histórica de un porticado que ha determinado el parcelario urbanístico de la Part Alta. Actualmente hay restos visibles en el claustro de la Catedral, en el Consell Comarcal y en el Col·legi d'Arquitectes, además del Museu Bíblic. También se esperan encontrar evidencias de la transformación visigótica del emplazamiento y vestigios del urbanismo medieval de la ciudad. «Lo que encontraremos nos tiene que ayudar a entender la evolución de la ciudad, la comprensión de la evolución del urbanismo y el culto al templo de Augusto», según ha destacado el arqueólogo Josep Maria Macias.
La excavación se lleva a cabo bajo el porticado del antiguo recinto de culto y supone una oportunidad «única» para ver qué fundamentación y qué cobertura podía tener esta construcción. La arqueóloga Imma Teixell ha destacado que la «potencia estratigráfica» es muy elevada y que posiblemente haya que excavar a bastante profundidad. Una vez terminados los trabajos, que van a cargo de alumnos del master de Arqueologia Clàssica y de doctorado de la URV, se decidirá cómo se integran los restos en el jardín bíblico.
A su vez, el Arquebisbe de Tarragona, Jaume Pujol, ha asegurado que el objetivo es que «espacios hasta ahora muertos puedan tener una vida y al menos sepamos qué ha pasado durante su historia y ponerlo al alcance de las personas». «Será un lugar de reposo y para descansar», ha resumido Pujol. Por su parte, el director del ICAC, Joan Gómez Pallarès, se ha felicitado por la colaboración entre las diferentes administraciones, que suponen «una especie de alianza virtuosa» del casco antiguo de Tarragona. «Con los pocos recursos que tenemos no paramos de hacer cosas y no pararemos de colaborar para ir investigando y conociendo informaciones sobre la Part Alta», ha subrayado Gómez.
Próxima exposición
El 16 de noviembre se inaugurará en el Museu Bíblic Tarraconense la exposición ‘De Tarragona a Tournai: arqueología de las primeras catedrales de Europa’. Estará abierta hasta el 21 de enero de 2018, festividad de los santos Fructuós, Auguri y Eulogi. Es una exposición itinerante producida en Bélgica en el 2016 que recoge los resultados de las intervenciones arqueológicas en más de veinte catedrales europeas, entre ellas Tarragona, Girona, Barcelona, Valencia, Terrassa, Idanha, Ginebra, Martigny, Aosta, Alba y Milán, entre otros.
El montaje incorpora los trabajos arqueológicos desarrollados en la ciudad que la acoge, de manera que el visitante podrá conocer el estado de la cuestión de la Catedral de Tarragona y, al mismo tiempo, tener una visión de síntesis de la arqueología en las catedrales europeas. En el marco de la muestra se organizarán visitas guiadas a los restos arqueológicos que conserva el Museu Bíblic y los resultados de las actuales excavaciones arqueológicas.
La exposición estará formada por más de 20 plafones, objetos arqueológicos provenientes del Museu Diocesà de Tarragona y exhumados en el área de la Catedral, y dos maquetas a escala 1:200, una del recinto de culto imperial (templo de Augusto) y otra del mismo recinto con las transformaciones experimentadas en época tardorromana y visigótica. Las maquetas las están haciendo Josep Maria Brull, Andreu Ximenis y Jordi-Lluís Rovira bajo la dirección de los arqueólogos del ICAC.