Más de 200 pequeños tarraconenses entregan los chupetes a la Víbria

Más de 200 niños y niñas han dejado este domingo por la tarde su chupete a la Víbria de Tarragona del Grupo de Diables Voramar del Serrallo. Las escaleras de la Catedral y la plaza de las Coles estaban llenas de familias esperando la bajada de la bestia y el momento de hacer entrega de este tan preciado objeto para los más menudos. La Víbria sabe que para algunos es un disgusto, así que los miembros de la entidad ya llevaban preparados unos chupetes de caramelo y unos diplomas para entregarlos, de cara a hacerlo más amigable. Si bien, vale a decir que muchos otros pequeños han estado encantados de hacer a este pequeño gran paso. Es el caso de la Laia Calafell de 3 años, quien ya iba, según su madre, mentalizada para deshacerse del chupete: «Ahora sólo lo llevaba para dormir, ya veremos esta noche...», ha comentado risueño Elisabet Mateo. Al Roger Tur de 2 años y 3 meses, su madre Sonia también le había estado explicando en los últimos días lo que harían, y esta tarde parecía habérselo tomado bastante bien. También estaba muy contenta Laia, de casi 4 años, quien ya no lo llevaba desde hacía mucho tiempo, pero que todavía no lo había entregado a la Víbria, según ha explicado el Azahara, su madre. En cambio, el Arán Simó, de 17 meses no estaba allí con su padre Xavi para entregarlo, todavía: «Es para que lo vea y se acostumbre y que el año que viene no le sea extraño», ha explicado sonriendo el hombre.

Para los miembros de Voramar esta cita es una de las más especiales del año: «Es muy entrañable, cambiamos totalmente nuestra escenografía, es uno de nuestros pocos actos sin fuego», ha apuntado a Javi Tirado, presidente del grupo. Tanto es el arraigo de este acto que, a la entidad ya piensan qué hacer con tantos chupetes que van acumulando año tras año: «Los mostramos cuándo hacemos exposiciones pero nos gustaría hacer una especie de concurso de ideas porque quizás a alguien sabe qué podríamos hacer», ha razonado Tirado.