«Cierro con mucha pena, porque tenemos una gran clientela»
La histórica cuchillería Rodríguez de Tarragona cierra después de setenta y cinco años dando servicio en Tarragona
—Habéis decidido bajar la persiana después de más de setenta años en la calle Canyelles. ¿Qué os ha llevado a tomar esta decisión?
—El año 1942 mi padre montó una tienda aquí, que entonces era un portal. Con los años hicimos la casa nueva y la tienda. Siempre nos hemos dedicado a lo mismo, la venta de todo tipo de cuchillos, utensilios de afeitar, paraguas... He estado seis años esperando que se acabaran las obras del mercado, ahora me encuentro con 71 años y hasta aquí hemos llegado. Mi hija es abogada y no sigue el oficio, y como a todos los negocios, cuando no tienes quien te siga, tienes que cerrar.
—¿Es una decisión que habéis tomado con pena, pues?
—Con mucha pena, porque nací en esta misma calle, y toda la vida he estado aquí. Tenemos una gran clientela, conseguida a base de años y de las garantías de lo que vendemos.
—También coincide con un momento difícil para el pequeño comercio...
—Cuándo mis padres empezaron, el estoc que tenían era limitado y también lo era el cliente. Ahora nosotros ofrecemos gamas de cuchillos que van de los 3 a los 120 euros, o paraguas que van de los 10 a los 50 euros, y eso es difícil de aguantar, porque la venta cambia constantemente, y si no estás al día no puedes dar servicio. Hay que ofrecer siempre servicio, calidad y precio. Y después también hay el 21% de IVA.
—¿Hasta qué punto os han afectado a las obras del mercado?
—Mucho, no tiene precio. Han ido muy lentas y mucha gente no lo ha podido aguantar. A mí me ha costado dinero de mi bolsillo. Este era una de las calles más céntricas y comerciales de Tarragona, y se notará todavía un tiempo hasta que la gente recupere la inercia de volver. De todos modos seguro que volverá a arrancar, porque se ha hecho un mercado muy bonito, que sigue siendo céntrico.
—En todos estos años debéis haber pasado por épocas de todo tipo.
—Siempre hemos tenido una buena clientela. Hubo un momento eufórico, que es cuando despegamos todos, cuando el seguro estaba en la calle Canyelles. En Tarragona le decían la ‘calle del oro’, porque había mucha afluencia de gente, también por Correus, Hacienda, los sindicatos...
—Antes de cerrar habéis decidido poner todo el producto en liquidación.
—Sí, liquidaremos todo el género que tengo en casa, desde 1942. No es que tenga cosas antiguas, sino que mi producto no pasa de moda, un cuchillo, si es de calidad, lo es siempre, no depende del color del mango. Pensamos que, para devolverlo a la fábrica, sería mejor que sacaran provecho mis clientes.
—¿Y os despediréis de alguna manera especial?
—Con mi hija estamos pensando en varias cosas. Alguna cosa haremos.