El pastel del Braç de Santa Tecla reúne centenares de personas en la Plaça de la Font

El reparto del pastel del Braço de Santa Tecla volvió a reunir centenares de personas en la plaza de la Font en el día que cumplía 15 años. La tradición venció, momentáneamente, la situación convulsa que ayer se vivía por toda Cataluña, y los tarraconenses más fieles no se quisieron perder la oportunidad de probar una porción del pastel. En total, se repartieron 2.000 raciones y 300 más por celíacos.

«Hace quince años que estamos aquí, pero cada año venimos con la misma ilusión». Eran las palabras de Josep Conde, maestro pastelero de la Pastisseria Conde. Reconocía que cuando empezó este acto, «nos lo tomamos casi como una broma», pero celebraba que «se ha arraigado en la ciudad y se ha convertido en toda una tradición». En su lado, sirviendo porciones de pastel, se encontraba su padre, fundador de la pastelería. La alegría lo desbordaba, y tal como reconocía el mismo Josep, «es él quien decide venir siempre, porque le hace muy feliz». Conde lamentaba, sin embargo, que durante los quince años de historia del acontecimiento, «se han ido quedando compañeros por el camino». «Tenemos que enseñar a los tarraconenses a saber valorar la pastelería tradicional y no la industrial, porque aunque cueste un poco dinero más, no sale más cara. La salud acaba ganando», decía.

Ballesteros, desaparecido

Es tradición que el alcalde y los concejales del equipo de gobierno hagan el reparto del pastel. Ayer, sin embargo, estaban casi todos –incluido miembros de la oposición– menos el alcalde de la ciudad, Josep Fèlix Ballesteros. Francesc Roca, Elisa Vedrina, Javier Villamayor, Josep Acero, Elvira Ferrando, Begoña Floria, José Luis Martín o Immaculada Rodríguez estuvieron entregando las porciones del pastel a los tarraconenses que se acercaban a degustarlo.

Algunos ciudadanos, sin embargo, echaron de menos al alcalde. Francesc, de 72 años, esperaba paciente en la cola su turno. Era el primero, y lamentaba que Ballesteros no estuviera. «Quiero que dé la cara», aseguraba. Visiblemente enfadado, no quiso alargar demasiado sus explicaciones, y expresaba que «hoy –ayer para el lector– no es el día para hablar».

Hace falta decir pero que el ambiente en la plaza de la Font fue relajado en todo momento. Como es habitual, las colas se alargaron a ambos lados de la plaza media hora antes de que empezara el reparto del pastel. Gente de todas las edades, familias enteras y grupos de amigos se reunieron para comer el pastel, en lo que ya se ha convertido en una tradición.