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José Grau: Detenido el día de Navidad de 1939 y «liberado» 78 años después

El hijo y la nieta de este constantinenc, condenado injustamente por el franquismo, celebran ahora la nulidad del consejo de guerra

Maria Grau y Jordi Grau, nieta e hija de José Grau, con los documentos recibidos por la Generalitat.

José Grau: Detenido el día de Navidad de 1939 y «liberado» 78 años despuésCristina Aguilar

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«Eso no repara el daño, pero es un reconocimiento a las injusticias de la guerra». Son las palabras de Jordi Grau, el quinto hijo de José Grau Martorell. Nacido en Constantí, José Grau fue detenido por las fuerzas franquistas durante la comida de Navidad del año 1939. El 20 de febrero de 1940 se celebró su consejo de guerra y fue condenado al garrote vil «no pudiéndose demostrar los hechos presentados», según dicta su sentencia. Afortunadamente, una coincidencia lo libró de la pena de muerte. Después de pasar siete años en prisión quedó libre, pero toda la vida acarreó una condena injusta. 78 años más tarde, la Ley de reparación jurídica de las víctimas del franquismo, que declara nulos los juicios y los consejos de guerra dictados por causas políticas en Cataluña por la dictadura, lo ha liberado.

La nieta de José Grau, Maria Grau, asegura que su abuelo «nunca se involucró en causas políticas». Sí que lo hicieron sus hermanos, anarquistas y miembros del Comité de Constantí. En el año 1936, alertados por gente del pueblo, José y el resto de hermanos tuvieron que huir hacia Francia. «Pero a medio camino, una de mis hermanas se puso enferma y mi padre tuvo» que «volver», relata Jordi. Cuando se encontraba en el frente oscense, lo detuvieron. Poco después fue liberado y volvió a Constantí. Pero José Grau Martorell no olvidó las palabras que los grises le habían dicho en Aragón: «Pagarás por todo lo que no pagarán tus hermanos que se han marchado a Francia».

El día de Navidad de 1939, las fuerzas franquistas llegaron a casa de los Grau. José fue detenido y juzgado dos meses después. La sentencia fue clara: lo condenaban a muerte con el método del garrote vil. La acusación, sin embargo, nunca se demostró. Grau entró en la prisión de Pilats y empezó a estudiar finanzas. Sus capacidades –era de los únicos que sabía leer y escribir– lo llevaron a trabajar como secretario de la prisión. «Hacía las cuentas, controlaba los gastos... Mi madre siempre dijo que estaba encarcelado, pero que tenía una puerta medio abierta», explica su hijo. Sin embargo, José Grau estaba condenado a muerte, aunque no tenía una fecha establecida.

El garrote vil lo esperaba, pero una mágica coincidencia en Pilats lo libró de la muerte. El médico de la prisión, franquista, también había sido el médico de Constantí. I José Grau Martorell lo había acogido en casa durante la guerra. «Él no miró de qué bando era. Le abrió las puertas al médico y a su familia», dice Maria. El médico movió hilos y José Grau pudo salir de prisión. Siete años después de entrar, quedó libre y volvió a casa. La sentencia, sin embargo, no se rectificó, y el constantinenc fue culpable de unos hechos que nunca había cometido.

Después de su muerte, el año 1986, la familia empezó a reclamar documentos para reparar jurídicamente su consejo de guerra. No ha sido hasta este año, sin embargo, que eso se ha hecho efectivo. «Ha sido uno de los días más importantes de mi vida», explica Jordi Grau entre lágrimas. Su hija, Maria, empezó los trámites para conseguir la reparación cuando el Parlament aprobó la ley el mes de junio. Ahora, ya tienen la documentación en casa. Un símbolo de libertad. «Hacemos un llamamiento a todo el mundo que esté en esta situación para reclamar la reparación jurídica», dicen ambos. 78 años después, los Grau han hecho justicia.

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