Todos los Santos continúa con la tradición en Tarragona

La tradición de visitar a los difuntos y dedicarles unas flores volvió a traer a miles de tarraconenses al cementerio. Los diversos pasillos e islas se convirtieron en un ir y venir de personas, y también de escaleras, necesarias para poder llegar a los nichos más altos, ya que en algunos puntos hay siete plantas, lo cual supone que los familiares tienen que elevarse unos cuantos metros para proceder a limpiarlos y poner los ramos de flores.

En la plaza que hay en el exterior del cementerio, varios puntos de venta de flores se convirtieron en el punto de encuentro de familiares deseosos de hacerse con claveles, rosas, crisantemos y otras variedades florales para ornamentar las tumbas en las cuales descansan sus seres amados.

Hay que mantener la tradición, dijo Rosa Ferrando, vendedora de flores que, por Todos los Santos, planta su puesto en el exterior del cementerio. Contraria a la importación de fiestas como Halloween y partidaria de conservar y promocionar las propias, Ferrando comentó a Diari Més que «esta es nuestra tradición, la de toda la vida y, a la medida de su bolsillo, todo el mundo trae flores a sus difuntos».

El aumento de las incineraciones tiene una repercusión negativa en el ámbito de la venta de flores, aseguró Ferrando, quien dijo que «a más incineraciones, menos flores que se venden». También comentó que «nosotros vendemos flores de campesino, compradas en Riudoms y en el Maresme». Como consejo, dijo que «los crisantemos y los claveles son flores de esta época y las que duran más tiempo».

Ferrando aprovechó para denunciar que «la administración no da facilidades, tanto a la gente que visita el cementerio como a los floristas, y tendría que hacer alguna cosa para mejorar los accesos y la zona no nos ponemos los vendedores».

Por su parte, David Navarro, quien pone su parada desde hace quince años, dijo que «las ventas de flores van bien» y comentó que, «desde hace seis años, mantengo los precios, aunque me cuestan más». En su punto de venta se podían adquirir rosas a varios precios: 2, 3, 4 y 5 euros la unidad. La evolución de las preferencias de la gente ha hecho que «antes nos pedían más crisantemos y ahora más claveles y rosas, y los ramos son más pequeños, pero la tradición no se pierde».

Navarro, que también trabaja en mercadillos, apuntó que la crisis se notó en la venta de flores, pero más que este motivo, «desde hace tres semanas se nota el momento político en qué se encuentra Cataluña, porque mucha gente tiene miedo a gastarse el dinero».