Libros
Harry potter, la magia en catalán
La traductora de la serie explicó este martes a los lectores de Tarragona los secretos de su trabajo
Este 2017 hará veinte años desde que se publicó en Cataluña Harry Potter y la piedra filosofal, el primer libro de la archifamosa colección de la escritora inglesa J.K. Rowling. Aquella apuesta editorial fue fruto de la visión de Ernest Folch, entonces editor de Empúries, y del trabajo meticuloso de Laura Escorihuela, entonces estudiante de Traducción e Interpretación y amiga de Folch, que se encargó de traducir el texto del inglés original al catalán.
Este martes, dentro del Ciclo Màgia, mags i bruixotsde la Biblioteca de Tarragona, Laura Escorihuela, que es vecina de Castellvell, compartió un rato con un grupo de jóvenes lectores de la colección. Lo que tenía que ser una charla con la traductora se acabó convirtiendo en una sesión de preguntas de los pequeños seguidores de Harry Potter, que no desperdiciaron la ocasión para averiguar todo aquello que sirviera para alimentar todavía más su pasión por el mago más famoso de la literatura infantil y juvenil.
El encuentro de este martes, sin embargo, también sirvió para dar visibilidad a los ojos de los jóvenes lectores a la labor del traductor, un profesional imprescindible en un mundo editorial globalizado que precisa de profesionales formados y cualificados, que tienen que asumir la responsabilidad de hacer que la ficción escrita en otras lenguas sea comprensible y atractiva para los lectores de otros países, pero al mismo tiempo se mantenga escrupulosamente fiel al relato original.
Laura Escorihuela llegó a la Biblioteca cargada de libros de la saga Potter, y el primero que mostró al público fue la versión original del primer libro que escribió J.K. Rowling. Pintado, rayado y con las páginas amarillentas. Explicó que lo conserva con tanto aprecio como el primer libro traducido al catalán, que la misma autora británica le firmó ahora hace veinte años –una dedicatoria que los lectores de Tarragona le pidieron poder ver con la admiración y el deseo de los auténticos fans.
«La traducción es la lectura más profunda que se puede hacer de un libro», aseguró Escorihuela. La traductora también explicó a su joven auditorio como sufrió –y también disfrutó– a la hora de adaptar un buen número de nombres, títulos y costumbres del mundo fantástico de Hogwards a la versión catalana. Un reto que, por ejemplo, en la versión en castellano los traductores no asumieron, dejando todos los nombres igual que en la versión inglesa, y que el traductor francés practicó hasta el extremo. «Aunque en principio los nombres propios no se tienen que traducir, en Harry Potter nos dicen cosas de los personajes, tienen significados ocultos, rimas o juegos de palabras, que si los mantienes en inglés, se te escapan», explicó. También confesó algunos secretos, como las lágrimas que derramó al acabar la traducción del primer libro y leer el pasaje en que Dumbledore explica a Harry Potter la historia de sus padres, o como a veces encontró la solución a los nombres que había que adaptar celebrando una buena comida con un grupo de amigos ingeniosos.