Diari Més

Isabel Fillat Aguilar: De la Selva del Camp a Princeton (Minnesota, Estados Unidos)

«En Princeton, me tuve que comprar un coche al cabo de tres días de haber aterrizado»

Isabel Fillat, de la Selva del Camp, hace cinco meses que vive en Princeton donde trabaja como maestra en una escuela primaria

Isabel Fillat afirma que se siente bien acogida en los Estados Unidos.

«En Princeton, me tuve que comprar un coche al cabo de tres días de haber aterrizado»Cedida

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–¿Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?

–Los motivos que me llevaron a marcharme de casa fue la curiosidad de trabajar en otro sistema educativo y laboral. Así como tener la oportunidad de conocer otro país y su cultura. He residido en el extranjero anteriormente como alumna de Erasmus en Suecia y haciendo las prácticas del grado en Londres.

–¿Cuál fue su primera impresión del país?

–La primera impresión fue muy positiva, ya que el director de la escuela, el jefe de recursos humanos y la coordinadora de aprendizaje me acogieron y fueron muy amables en todo momento ayudándome a tramitar diferentes papeles así como a integrarme en su entorno y en mi nuevo entorno. El segundo día de estar en Princeton, ya me llevaron de boda. La mayoría de personas son muy abiertas y me han ayudado en todo el posible. También, tienen mucha curiosidad por las diferencias entre culturas, ya que, desde el primer día los digo, que realmente casi todo lo que se ve en las películas es realidad en los Estados Unidos. Estamos intercambian constantemente los diferentes puntos de vista o maneras de hacer europeas y americanas, algo que acaba ocurriendo grandes ratos por la escuela interactuando con la mayoría del profesorado explicando diferentes anécdotas de los diferentes viajes que he hecho y de otras historias que he vivido.

–¿Fue muy sorprendente el cambio?

–El cambio fue muy sorprendente, no tuvo nada que ver con lo que me esperaba y, después de cinco meses, todavía me sigue sorprendiendo. Cada día aprendo o experimento alguna cosa nueva. A modo de ejemplo, en la mayoría de ciudades europeas, te puedes mover por la ciudad sin ninguna necesidad de tener coche y, en Princeton, me tuve que comprar un coche al cabo de tres días de haber aterrizado. El estilo de vivir y cultura son tan diferentes que es un constante choque de culturas que se ha convertido en un intercambio para los compañeros de trabajo y los alumnos.

–¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?

–Creo que no podría mencionar una pequeña diferencia o alguna similitud entre ambas culturas, ya que todas son muchas. El estilo de vida sedentario y los hábitos diarios son bien diferentes con respecto a los horarios y los hábitos saludables. Es un estilo de vida muy sedentario, independientemente de adultos y niños, aunque las escuelas impulsan programas de wellness y se practican muchísimos deportes y se ofrecen muchas actividades físicas, su alimentación no es nada equilibrada. Estoy en el commite de Wellness de la escuela y las iniciativas que se están llevando a cabo son muy interesantes.

–¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?

–Con respecto a la manera de trabajar, las conductas son muy diferentes. Hay mucha más formación en el trabajo, proporcionado por las empresas, llamado job training, algo que promueve la posibilidad de escalar en la posición laboral, independientemente de la formación con la cual se incorpora el trabajador a la empresa. La manera de enderezarse y de interactuar es muy diferente, ya que estos utilizan una perspectiva positiva y amable y rechazan la confrontación y no son directos a la hora de comunicarse, algo que hace cualquier problema o inconveniente se trate utilizando una vía como puede estar en vez de hablarlo directamente con la persona en cuestión.

–¿Cree que es un buen lugar para que los más jóvenes puedan encontrar trabajo?

–Creo que el país es un buen lugar, a pesar de que la diferencia cultural y la manera de interactuar se tiene que tener muy en cuenta con el fin de poder adaptarse.

–¿Le ha pasado algo curioso?

–Desde que llegué me han pasado muchísimas cosas y todas muy curiosas, pero creo que una de las más graciosas fue por Halloween, cuando en la escuela pedí a los padres que trajeran una calabaza pequeña para hacer el Jack-o-lantern y acabaron trayendo calabazas de más de 5 kilos que, para ellos, eran pequeñas. Llegamos a la conclusión que las medidas europeas y americanas eran bien diferentes y que tenía que especificar la medida comparando con las diferentes medidas de una pelota. Después de vaciar y decorar 20 calabazas, una por alumno, el conserje me regañó por el alboroto y la suciedad en el aula y me dijo que hacía más de 20 años que nadie decoraba calabazas en el aula por Halloween. Ha sido la única cosa que daba por hecha que se hacía y que no pregunté. Acabó siendo la noticia de la semana. Otra anécdota es la de tener que arrancar el coche entre 10 y 15 minutos antes de salir de casa con el fin de calentar el motor y no tener una temperatura interior inferior al exterior. Esta semana la sensación térmica ronda unos -26, pudiendo llegar a una sensación térmica de -30 grados. Un día me llamaron por una urgencia y el primero que me dijeron fue que arrancara el coche a fin de que no pillara una hipotermia conduciendo. Muchos coches tienen remoto control y los arrancan desde los edificios.

–¿Qué es lo que más echa de menos de casa?

–Hay muchas cosas que echo de menos de casa, como mi familia, amigos, hábitos, clima, sin embargo, sobre todo, son la familia y los amigos. Sería todo un placer poder experimentar y conocer la cultura con ellos. Tengo que decir que, aquí, me tratan genial y que ya puedo decir que tengo una pequeña familia con los compañeros de la escuela y mi compañera de piso.

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