Javier Villamayor: Consejero comisionado de los Juegos Mediterráneos
«Las entradas de Tarragona 2018 estarán en venta en marzo a precios populares»
La ceremonia de inauguración en el Nou Estadi la hará la empresa que ya organizó la del Campeonato del Mundo de Natación de Barcelona
—Los Juegos se visualizarán más cuando se pongan las entradas en venta. ¿Cuándo las podrán comprar los futuros espectadores?
—En el mes de marzo ya estarán a la venta y con precios muy populares. Queremos llenar las gradas de los recintos deportivos y que nadie pueda quedarse fuera por el precio de las entradas. También queremos que los elementos de merchandising sean asequibles.
—¿Cuándo se podrán ver los Tàrracvs en las calles de la ciudad?
—A finales del próximo mes de febrero. No los hemos puesto antes porque hemos tenido un otoño muy politizado y así lo creímos conveniente. Nos hemos reservado este cartucho, que es muy potente. Haremos performances en la calle para presentarlos.
—También sacarán el deporte a la calle.
—En primavera se harán actividades en la calle para fomentar la práctica del deporte y los hábitos saludables. Haremos dos o tres actividades en todas las sedes, en colaboración con los clubs.
—¿Llegarán los Juegos y, hasta unas horas antes, veremos trabajadores haciendo retoques en los recintos deportivos de Tarragona y de las sedes, como acostumbra a pasar en las Olimpiadas?
—Todas las obras están acabadas, menos el pabellón y la piscina de cincuenta metros, en Tarragona, y el pabellón de hockey del Vendrell, que hay que mejorar, y las obras del cual, presupuestadas en un millón de euros, empezaron la semana pasada. La próxima semana, aprovechando la visita del ministro de Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, inauguraremos de manera oficial las reformas que se han hecho en el Nou Estadi y a su alrededor, como la eliminación de la antigua circunvalación, que ha cambiado la fisonomía del Valle del Arrebatamiento.
—¿También se llegará a tiempo con respecto al pabellón de la Anilla Mediterránea y la piscina de cincuenta metros?
—Estos proyectos estarán finalizados y se habrán puesto en marcha antes de los Juegos. Todas las obras se encuentran a la recta finales y se cumplirán los objetivos de poner al día todas las instalaciones existentes, algunas de las cuales estaban obsoletas como el pabellón de Vila-seca, construido en 1986 y en lo que se han invertido tres millones de euros.
—¿Cuándo Tarragona hará el clic y comprobará que se ha iniciado la cuenta atrás para la celebración de la jornada inaugural de los Juegos?
—O se hace ahora, o no se hará. Nos llegan muchas propuestas de entidades que quieren llevar a cabo actividades a la calle para animar a la gente. También, de escuelas que quieren visitar la Anilla Mediterránea. En cuestión de unas semanas, los Juegos serán más visibles.
—¿Barcelona, como subsede, se tendría que implicar más en la promoción de los Juegos?
—La relación es buena y los alcaldes Heredero, Trias y Colau siempre han colaborado porque lo ven como un proyecto de país. La Diputación de Barcelona ha financiado obras de mejoras del canal olímpico de Castelldefels, que se hizo con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992 y que ahora tendrá una segunda vida. La colaboración con el Real Club de Polo es fantástica y hace campañas de promoción.
—¿Ya se trabaja en las ceremonias de inauguración y clausura que se harán en el Nou Estadi?
—Lo está haciendo la empresa Focus Events que, entre otras cosas, organizó la inauguración del Campeonato del Mundo de Natación que se hizo en Barcelona. Trabaja en un proyecto que sabe que tiene que ser el escaparate de Tarragona y de los Juegos en el mundo, con un mensaje de fraternidad y de la importancia de la multiculturalidad, con el respeto a formas diferentes de entender la vida o la religión, y también queremos mostrar la cultura propia del territorio, de Cataluña y de España, de cómo somos.
—Tarragona dejará de ser una capital de provincia sin un pabellón de deportes como es debido, una vieja reivindicación de la ciudad.
—Será parte del legado que dejarán los Juegos. Tarragona tendrá un pabellón con capacidad para cinco mil personas y, por lo tanto, se cubrirá un déficit que tenía. También, una piscina de cincuenta metros, muy reivindicada por los clubs. Además, se urbaniza el espacio que había ocupado el barrio de La Esperanza y hemos hecho un parque de 29 hectáreas con sus instalaciones deportivas. Estos eran algunos de los objetivos que se perseguían con la celebración de los Juegos Mediterráneos.
—¿Está satisfecho de cómo va el proyecto?
—Sin ningún tipo de duda. El 2018 será el año de la cosecha, después un camino largo y complicado. Ha valido la pena. El legado que dejarán los Juegos será importantísimo. Además, se han implicado muchos ciudadanos para participar de una manera directa, como se demuestra con los 7.000 voluntarios que ya tenemos.