«Polonia vive una época de crecimiento y las oportunidades están al alcance de todo el mundo»
Albert Cuesta es estudiante del grado de Periodismo y cursa una beca Erasmus en Polonia
– ¿Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero|en el extranjero?
– En la zona de confort se está muy cómodo, pero no hay nada mejor que conocer mundo, otros tipos de cultura, diferentes formas de pensar... Son experiencias que llenan y que permiten seguir evolucionando y mejorando en el ámbito profesional y el personal.
–¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
– La primera impresión fue una sensación física. Hacía frío y todavía era septiembre, no me quería ni imaginar cómo sería a en enero o febrero. El primer contacto que tuve en Polonia, fue curioso: tenía que acceder al piso que previamente había seleccionado y tuve que hacer los trámites con una secretaría que no sabía nada de inglés. Fue un poco cómico, yo le hablaba en inglés y ella me contestaba en polaco. Tenía que firmar papeles que estaban en polaco, entregar documentación, incluso me tenía que explicar un poco el funcionamiento... Como no entendí nada, tuve que descubrirlo por mí mismo los días posteriores. Aquel primer contacto me hizo pensar que tendría un problema con la comunicación, pero por suerte no ha acabado siendo así
–¿Fue muy sorprendente el cambio o fue tal como se lo había imaginado?
–En realidad, no. Tenía ganas de un cambio, incluso, mayor. El ambiente del cual me rodeaba era muy bueno. Si tenías dudas o problemas, la gente te ayudaba sin problemas, se interesaban por ti y me sentí acogido desde el primer momento. La adaptación fue rápida.
–¿Cuáles son las principales diferencias entre Gdansk I su casa?
– La alimentación, sin duda. Diría que el plato estrella son las sopas. Es curioso también el uso que hacen de las especias picantes (no te extrañes, si te sirven un licor con tabasco), pero es lógico con estas temperaturas, se tienen que mantener calientes de alguna manera. Sin embargo la comida típica polaca es deliciosa, como ahora los pieroguis , que son como unos raviolis rellenados de todo aquello que te puedas imaginar y más. Otra gran diferencia es la religión. En Polonia son católicos, conservadores y tradicionales.
–¿Cuáles son los lugares más característicos?
–El casco antiguo de Gdansk es precioso. Las casas son esbeltas y de diferentes colores cálidos. Además, está rodeada de canales donde hay apostados diferentes veleros. Old town tiene luz propia. Asimismo, a 40 minutos de Gdansk en tren está Malbork, un pueblecito donde hay uno de los castillos más antiguos de Polonia, muy recomendable. Por último, yo también visitaría la península de Hel donde se pueden ver focas marinas y Sopot, uno de los atractivos turísticos estivales de Polonia.
–¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?
–No creo que haya muchas diferencias, pero desconozco la legislación en materia laboral. Con respecto a las renta básica y el salario medio son inferiores en comparación con el Estado español. Sin embargo, Polonia vive una época de crecimiento y las oportunidades están al alcance de todo el mundo.
–¿Le ha pasado algo curioso?
–Ahora me parece gracioso, pero entonces no lo fue tanto. Me dolía la zona abdominal. El dolor persitia durante dos semanas y decidí ir al médico. La espera fue horrible. Finalmente me atendió a una doctora y concluyó, con total seguridad, que tenía apendicitis. Una enfermera intentó sacarme sangre, pero no pudo y se añadió otro enfermero, a quien le tuve que dar el otro brazo. Aparentemente me habían colocado bien la primera vía para el suero. Pero, a los pocos minutos, vi que tenía como una pelota de tenis en el brazo: el líquido había entrado en el brazo. Después de este primer suceso, no veía del todo claro operarme, aunque la cirugía fuera sencilla.. Después de dos o tres horas en el hospital y muchas pruebas más, me dijeron que no sabía qué se me pasaba, que podía ser algo vírico. Después de aquello decidí no volver a pisar el hospital a no ser que fuera imperativo.