Ciéncia
Sherlock Holmes: «Es química, amigo mío»
Una charla del profesor de la URV Ricard Boqué presenta al famoso detective como un químico experto
El año 1887 el escritor escocés Arthur Conan Doyle publicaba la primera aventura de Sherlock Holmes, un investigador que hizo famoso el género detectivesco protagonizando una serie de cuatro novelas y cincuenta y seis relatos.
Del icónico investigador han pasado a la memoria colectiva su aspecto –mostrado en múltiples ocasiones en el cine y la televisión–, el método deductivo que utilizaba para resolver los casos o la figura de su ayudante, el popular doctor Watson.
Hay, no obstante, una faceta de Sherlock que ha pasado más desapercibida, y que el profesor Ricard Boqué, profesor de Química Analítica y Química Orgánica en la URV, mostró el pasado martes en el Café La Cantonada de Tarragona. Boqué ofreció la charla La química al CSI: drogues, verí, sang i fetge, en la cual explicó de qué manera la Química y sus avances contribuyen a resolver casos vinculados a la ciencia forense.
El ponente tomó como referencia la figura de Sherlock Holmes, un personaje a quien Conan Doyle dotó de profundos conocimientos de Química, tal como delataba el personaje de Watson, quién hacía de cronista de sus aventuras. «Holmes fue un químico de primera categoría», puntualizó Boqué. El profesor de la URV demostró sus afirmaciones con varios fragmentos de películas y series en que el detective de Baker Street aparecía trabajando en su pequeño laboratorio casero.
Según expuso el ponente, el hecho que el popular detective tuviera estos conocimientos no es casual, dado que su creador, Conan Doyle, había estudiado Medicina. Además, durante sus estudios conoció al médico forense Joseph Bell, quien sería de gran influencia en su carrera como escritor hasta el punto de inspirarle la figura de su gran personaje, Sherlock Holmes.
Boqué, que se mostró como un gran conocedor de los casos de Holmes, explicó que la química aparece a casi todas las historias del detective, y retó al público asistente a la charla a acompañarlo en la resolución de un caso real planteado al dúo Holmes-Watson en la historia El caso del padrastro chillón. Una aventura, la que planteó, que arrancaba con una frase de Holmes a Watson que ya apuntaba como se tendría que resolver: «Química amigo mío, esta es una de nuestras aventuras químicas».
Ya con la bata de laboratorio puesta, el ponente expuso el caso de que tenían que resolver y procedió a hacer los análisis químicos pertinentes para llegar a averiguar por qué la víctima del caso se revolcaba por el suelo después de haber ingerido unos arándanos de color verde.
Una vez resuelta el misterio, público y profesor dieron un salto en el tiempo para conocer como han evolucionado los recursos utilizados por policías y médicos forenses, tomando como referencia la serie que, en la actualidad, mejor nos ha mostrado cómo trabajan estos profesionales: CSI.