Marina Martínez Garcia: De Tarragona a Concepción (Chile)
«La desigualdad siempre está presente y se hace notar en las viviendas y las tradiciones»
Esta periodista tarraconense de 26 años hace un par de meses que se marchó para conocer mundo y ampliar su experiencia profesional
Marina Martínez Garcia (Tarragona, 22 de julio de 1991) es periodista y, desde hace dos meses, vive en Concepción, Chile. Las ansias para conocer mundo y para ampliar su experiencia profesional la han llevado hasta sud-amèrica, donde está elaborando un documental audiovisual. Aunque asegura vivir el día a día, no niega que le gustaría quedarse en el otro lado del Atlántico. Pero como bien dice, eso ya se verá.
–¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?
Aunque mi trayectoria profesional es breve, considero que está siendo bastante intensa. Empecé en un medio digital local de Tarragona, Infocamp, que fue donde realicé las prácticas de la carrera. Posteriormente, me contrataron y he estado trabajando durante dos años. Actualmente, estoy trabajando en la fundación Un Techo para Chile como periodista y, profesionalmente, estoy aprendiendo cada día y creciendo en este ámbito.
–¿Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?
Siempre me ha gustado viajar y, de hecho, es uno de los motivos por los cuales decidí estudiar periodismo y me especialicé en el ámbito del periodismo de viajes. Antes de marcharse, sin embargo, quise acabar la carrera y trabajar para poder aprender y obtener experiencia. Finalmente, una vez tuve estos propósitos, sabía que era el momento de marcharse, de conocer otras maneras de trabajar en este campo y de viajar sola, como siempre había anhelado. Era el momento de dar el paso y no lo cambiaría por nada.
–¿Es muy diferente Chile?
Creo que cambia todo menos la parte económica... La verdad es que Chile es bastante caro y eso no me lo esperaba. Algunas diferencias destacables, sin embargo, son los hábitos alimenticios, ya que es increíble como la comida que es más perjudicial para la salud es la más barata, mientras una ensalada puede resultar muy cara. Aparte, el tipo de construcción que se realiza también es sorprendente. Puedes encontrar edificios muy altos –vivo en el 17º piso– y, a la vez, casitas hechas de madera. La desigualdad siempre está presente y en aspectos como la vivienda o las tradiciones queda muy clara.
–¿Qué es lo que más le gusta de su nuevo trabajo?
Creo que no me hubiera imaginado nunca el contacto que tengo con las familias en riesgo de exclusión que viven en los campamentos. Lo que me están enseñando y como me han recibido... No lo hubiera esperado nunca. Pasas a ser parte de su familia y te cuidan sin pedir nada a cambio.
–¿Qué se llevaría de Chile?
La manera que tienen de saludar cada vez que se ven, que es con un beso y un abrazo. Es una costumbre que consigue que la gente conecte más.
–¿Se imagina un futuro en este país?
Sí, me imagino un futuro aquí y, de hecho, me gustaría; pero por ahora vivo el día a día y aprovecho esta experiencia tan enriquecedora. Lo que pase mañana ya se verá.