Diari Més

«Marginamos al refugiado y lo alejamos del mundo privilegiado donde vivimos»

Cristina de la Fuente ha estudiado Medicina y ha dedicado el mes de marzo a ayudar refugiados en la frontera de Serbia con Croacia

Un grupo de jóvenes hacen cola a la hora de comer en un campamento ubicado en la frontera entre Serbia y Croacia, el pasado mes de marzo.

«Marginamos al refugiado y lo alejamos del mundo privilegiado donde vivimos»Cedida

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«No tenemos que marginar a los refugiados, y los alejamos del mundo privilegiado donde vivimos». Esta frase pertenece a Cristina de la Fuente, una joven de Constantí que ha estudiado Medicina y que, desde hace dos años, cuando dispone de tiempo libre, colabora como voluntaria en campos de refugiados, junto con otros compañeros de carrera. Su primera experiencia fue en Grecia, cuando cursaba quinto curso. Hace tres semanas volvió de un campo de refugiados situado en la frontera entre Serbia y Croacia, uno de aquellos entornos que están casi olvidados por la política oficial europea y que no aparecen a los telediarios.

El campo de refugiados de lo que ha regresado De la Fuente es una especie de tierra de nadie. Los refugiados intentan salir con grandes dificultades y jugándose la vida. Uno de los caminos que utilizan son las vías del ferrocarril, donde algunos encuentran la muerte al ser atropellados por trenes, como sucedió el pasado noviembre con una niña de seis años. La mayoría de las personas a las cuales ha ayudado, junto con cuatro compañeros más de la Facultad de Medicina y la pareja de uno de ellos, son de Afganistán, y su principal tarea ha sido darlos comer y ropa, y facilitarlas duchas. «La situación es de penuria», dijo a esta redacción esta voluntaria tarraconense que considera que «hay que dar difusión de todo lo que está pasando en Europa».

Cristina de la Fuente relató uno de los muchos casos que se pueden conocer en campos como el de la frontera de Serbia con Croacia. «Un chico afgano defendía hacer, del suyo, un país mejor. Pertenece a una familia pobre, estudió Magisterio y habla siete idiomas. Se hizo traductor, trabajó para ministros de su país hasta que empezó a recibir amenazas de los talibanes. Se encontraba de viaje cuando le dijeron que habían entrado en su casa y que se habían llevado el padre y hermanos. Después supo que los habían matado. Por este motivo, decidió irse hacia Europa». Ante un caso como este y por su reciente experiencia, De la Fuente no duda a decir que «el problema va además y cada vez es más grave». «Los campos de refugiados de Serbia –casi sin ningún tipo de servicios– están llenos de personas que no tienen a dónde ir, personas que son como nosotros y que quieren vivir con tranquilidad para poder labrarse un futuro,» dijo la voluntaria de Constantí.

El campo donde De la Fuente trabajó por espacio de tres semanas, del 6 al 28 de marzo, se encuentra en «un punto caliente, donde muchos refugiados intentan atravesar la frontera y se encuentran con la policía croata que les dan palizas y les retornan en Serbia». «Eso está pasando en Europa, que es nuestra casa», lamenta De la Fuente, quién cuestiona la política que se aplica a los refugiados. Ella, como sus compañeros, pagan de su bolsillo el desplazamiento a los gastos durante los días que están en campamentos aportando su apoyo. Es su manera de paliar, en parte, una problemática que no resuelven los gobiernos por falta de voluntad política. «Ellos buscan la seguridad que no tienen en sus países, la que nosotros tenemos en Europa».

El campo donde De la Fuente y sus compañeros de facultad hicieron tareas como el del servicio de cocina, tarea que realiza la asociación sin ánimo de lucro No Name Kitchen, «están llenos de jóvenes, la mayoría de menos de 40 años, porque son los que, por condiciones físicas, tienen más fácil poder atravesar las fronteras». «Nuestra sensación es que están abandonados», dijo De la Fuente, quien asegura que «lo importante no es qué hacemos los voluntarios, sino lo que está pasando en lugares como esta frontera entre Serbia y Croacia de la que se tienen pocas noticias».

Un refugiado se limpia la cara con la ayuda de un compañero.

«Marginamos al refugiado y lo alejamos del mundo privilegiado donde vivimos»Cedida

Cristina de la Fuente ha estudiado Medicina y ayuda a los refugiados.

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