Laura Casas: periodista
«Me interesa el detalle, a menudo las cosas pequeñas esconden cosas mayores»
El libro ‘Cinquanta còdols al mar’ es una recopilación de relatos, aforismos y fotografías, y se presentará en Tarragona el jueves 19 de abril
—La periodista Eva Piquer, directora de la revista digital Catorze, y galardonada con el Premio Nacional de Cultura, firma el prólogo de su libro. Nace con una madrina de lujo.
—Cuando empecé a escribir fui a un taller de Catorza, que impartía ella. Aquello fue un poco el inicio de todo, tanto por Eva, que nos enseñó muchas cosas, como la manera que tiene de vivir la escritura, como por el calor que se hizo con el grupo. Todo eso me animó a seguir escribiendo y a hacer cosas con más cara i ulls. Cuando surgió la idea del libro, me dijeron que le pidiera a Eva hacer el prólogo, porque es alguien de quien hablo a menudo y que me ha marcado mucho. Y me dijo que sí.
—En el prólogo, Eva Piquer afirma: ‘Escribir es flirtear con el abismo pero sin caer’. ¿Está de acuerdo?
—Sí. Pero además, que diga eso es muy bonito. Eva Piquer y Joan Margarit coincidieron en un acto en torno a este concepto, y Margarit diferenciaba a los escritores buenos de los mediocres asegurando que los buenos no se mueven por el centro de la mesa , sino que buscan el perímetro, jugando con los extremos, sin caer. Que Eva lo haya incorporado al prólogo de mi libro me ha gustado mucho, de alguna manera me dice que estoy empezando, pero que empiezo fuerte.
—¿De donde viene, su pasión por escribir?
—De una ruptura. En un momento puntual, hace dos o tres años, empecé a escribir porque necesitaba decir cosas. Primero empecé con aforismos, cosas más breves, después fui haciendo fotografías, más adelante combinaba las dos cosas, los textos se fueron alargando, me apunté a la Escuela de letras... Todo viene de las ganas de decir muchas cosas, y la manera que he tenido de hacerlo es escribiendo, no sólo para mí, sino también colgándolo a las redes.
—Sus espacios vitales se hacen evidentes en lo que escribe y fotografía. La playa es uno. ¿Con cuáles otros se identifica?
—Además del mar, también hay paisajes urbanos, porque más que el escenario, lo que me interesa es lo que pasa. El detalle, la pequeña cosa, la cotidianidad. Cosas que a menudo pasan desapercibidas, pero que las puedo captar porque siempre llevo la cámara encima. Después, me viene la idea de escribir. A menudo las cosas pequeñas esconden cosas mayores.
—‘Cinquanta còdols al mar’ es un libro de relatos o de fotografías?
—Cuesta decantarse. La idea era dar el mismo peso a las dos cosas. En muchos casos, la fotografía ha inspirado el texto. Pero en otros, el texto ha sido primero, y creo que se nota cuándo un relato no venía acompañado de una fotografía en origen. Por eso he tenido que revolver mucho el archivo fotográfico. Al final, es un libro de fotorelats.
—Todo este material había sido publicado en su blog personal y en las redes sociales. ¿Se siente cómoda, en estas plataformas?
—Mucho. A las redes sociales les debo muchas cosas, sobre todo a Instagram. De hecho, la persona que presentará mi libro, Mònica Socías, es una de las primeras que me empezó a seguir, y que todavía lo hace. Y en parte es un agradecimiento, para mí es muy importante porque dio la energía y el impulso para seguir haciendo cosas. Es verdad que las redes también esconden cosas malas, pero cuando ves que hay bastante gente que deja comentarios de contenido, te rebaten o te dan la razón, reconforta mucho y engancha.
—¿Cómo está viviendo el paso del digital al papel?
—El libro no fue buscado, pero la verdad es que tengo ganas de ver cómo, los personajes que hasta ahora se movían en el mundo virtual, ahora toman cuerpo en el papel. También me da miedo un poco, ahora dejo constancia escrita, ya no puedo cambiar ni borrar nada.