«Los niños piden cosas muy asequibles, como ciudades limpias y con menos coches»

—En el prólogo explica que no le gusta mucho dibujar mapas. Pero aceptó ilustrar un libro que se titula 'Mapa de ciutats somiades'. ¿Cómo fue, eso?

—Joan Rioné, que es el editor de Piscina, un pequeño océano, se puso en contacto conmigo y me propuso hacer este libro. Le di muchas vueltas a la idea y también muchas largas a Joan, hasta que un día el cerebro me clicó y pensé en llevarlo a mi terreno. En lugar de hacer mapas, que no me gustan, haría un libro con gente, que me gusta mucho, porque creo que la gente es la más importante de las ciudades. Le vendí la idea a Joan y a partir de aquí, adelante.

—También confiesa que, haciendo este libro, ‘va suar la cansalada’. ¿Cómo fue creciendo y evolucionando, su trabajo?

—Sudé mucho porque el libro tiene muchísimos personajes. Empiezas con mucha ilusión y energía, pero llegan las vacaciones y todo el mundo hace menos tú, me cambio de casa, me quedo embarazada, llega el final de curso a la Escuela de Arte de Tarragona, donde hago profesora... y en medio de todo, tengo que acabar el libro. Pero también me lo pasé muy bien, así que al final, compensa.

—Este libro ha sido cocinado a fuego lento, con la ayuda de muchos niños y niñas de la demarcación. ¿Cómo ha estado el proceso de trabajo?

—Joan Rioné ha estado haciendo talleres a las escuelas del Camp de Tarragona y Terres de l'Ebre, donde preguntaba a los niños cómo sería su ciudad ideal. A partir de las respuestas, escribía unos textos. Después me los enviaba a mí, y yo le iba enviando dibujos.

—¿Los niños coinciden entre ellos, a la hora de pensar cómo es su ciudad ideal?

—Joan me comentó que muchos niños pedían plazas para jugar, y es curioso, porque plazas hay, pero quizás no van, o van pero juegan con el móvil. También querían ciudades limpias.

—En este libro ha dejado la línea, que es un estilo muy característico de anduluplandu, para trabajar con manchas de colores. ¿Por qué este cambio?

—Porque tenía ganas de pasarlo muy bien y de experimentar mucho con el color. También porque pensaba que, si quería hacer muchos minipersonajes, con línea me habría costado mucho más, y al final se habría visto como una pequeña mancha. Reduje mucho la paleta de colores, hay siete, y a partir de aquí fui experimentando.

—Las ciudades soñadas del libro se identifican fácilmente, aunque no ha utilizado muchos elementos característicos de las poblaciones. ¿Cómo escogió los referentes de cada lugar|sitio?

— He intentado coger un elemento de cada ciudad. A veces pueden ser elementos que estén en controversia, como me pasó con Reus: fue una de las primeras que hice, y dibujé al general Prim. Pero el texto dice que la gente se ha puesto de acuerdo para hacer caer al general del caballo, así que lo saqué. Y mucha gente ahora me pregunta por qué sólo está el caballo, pero es que en el libro no se tienen que mirar sólo los dibujos, también se tiene que leer el texto.

—El libro también tiene la vocación de ser una herramienta de debate. ¿Quién cree que tendría que tener voz, en este debate?

—Tendría que empezar en las escuelas, que de hecho es el trabajo que ya ha ido haciendo Joan, pero no se tendría que quedar aquí, tendría que llegar a los ayuntamientos. Muchas cosas que los niños reclaman son asequibles, como que haya menos coches o que no haya tantas cacas de perro.

—¿Cómo es su ciudad soñada?

—Mi ciudad soñada es Tarragona, donde tengo la suerte de vivir. Cambiaría muchas cosas, como la suciedad, la poca actividad cultural o el poco apoyo de la administración a las actividades culturales, pero al lado del mar soy feliz.